Desde tiempos muy lejanos se le reconoce Astorga la denominación de “Sede Apostólica”, calificación que se le otorga sólo a aquellas iglesias particulares que fueron fundadas por los apóstoles o por algún discípulo suyo, ya en los primeros tiempos de la Iglesia. Antiguas tradiciones afirman que el mismo Apóstol Peregrino hubo de haber pasado por ella o la habrían fundado más tarde dos de sus más fieles discípulos. Lo cierto es que existen evidencias históricas de que la ciudad de Astúrica Augusta, convento jurídico romano, era ya capital de la diócesis con su obispo al frente a mediados del siglo III.
No debió ser fácil vivir fielmente la de Cristo Resucitado en aquellos primeros momentos en los que abundaban las persecuciones, invasiones de pueblos extranjeros, supervivencia de dioses tribales astures, romanos y las primeras e iniciales herejías. Pero el Monacato visigótico junto al apoyo del reino Astur-leonés y el Camino de Santiago, que irrumpió con toda su fuerza a partir del siglo IX, hizo que en nuestra diócesis de Astorga floreciese la fe y se sintiera enriquecida por la por la espiritualidad de la mayor vía de peregrinación de la cristiandad.
El Camino de Santiago cose gran parte del territorio de nuestra iglesia asturicense de este a oeste mediante el “Camino Francés”, de sur a este con el llamado “Camino mozárabe” o “Ruta de la plata”, además de otra multitud de variantes y caminos locales que identifican a tan antiguo Obispado en la rosa de los vientos como cruce de caminos y puerta de Galicia. En su vasto territorio han encontrado cobijo y servicio, santos y sabios obispos, sacerdotes, laicos, monasterios y hospitales, órdenes como las de San Juan de Jerusalén o los Templarios, parroquias, alberguerías o simples ermitas abiertas a la oración y hospitalidad jacobea
Ya en los albores de la peregrinación del obispo y monje San Genadio fue peregrino al Sepulcro del Apóstol. En el año 1802 otro Obispo Asturicense llamado Osmundo ordenó construir un puente sobre el río Sil para facilitar el paso a los peregrinos durante todo el año. Construido con barandillas de hierro se le llamó “Pons-ferrata (puente de hierro), lugar que se convertiría con el paso del tiempo en el nombre de nuestra ciudad de Ponferrada, “camino, puente y posada”.
Desde siempre, todos los obispos han cuidado en la diócesis la vena profunda de la espiritualidad jacobea que está impresa en nuestra identidad diocesana.
En el siglo XX, los Obispos D. Marcelo y D. Antonio Briva renunciaron a vivir en el Palacio Episcopal de Gaudí para abrirlo al gran público como “Museo de los Caminos”. Pero sobretodo ha sido D. Camilo Lorenzo Iglesias el pastor que más ha batallado por integrar el Camino de hoy en su diócesis. Y es que, si bien su lugar de nacimiento se ubica en Porto do Souto-San Mamed de Canda, al pie del Camino Mozárabe, cursó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Orense y posteriormente, a petición de su obispo curso la licenciatura de Ciencias Químicas por la Universidad de Compostela, ciudad en la que paso algunos años de su vida. (Al menos desde 1966 a 1972).
Sus raíces virales, su permanencia en Santiago, ciudad abierta a los peregrinos del mundo, su fe sincera y afán evangelizador, su amor a la Iglesia Asturicense y a sus diocesanos a los que ha servido confirmándolos en la fe y la caridad durante casi veinte años, le han llevado a identificarse cada vez más con el hecho jacobeo y el Camino de Santiago como una oportunidad que revitaliza a nuestras comunidades diocesanas y a la vez evangeliza a quienes peregrinan y se sienten destinatarios de nuestra caridad y acogida.
En estos últimos veinte años de D. Camilo al frente del Obispado de Astorga, nuestra diócesis mantiene abiertos, (algunos durante todo el año), más de 12 Albergues de Peregrinos. La mayor parte de ellos de donativo y de los que el noventa por ciento son propiedad de la Iglesia que además implica a diferentes grupos de voluntariado juvenil, local e internacional a la hora de mantenerlos. Algunos incluso son sacerdotes y religiosos que trabajan pastoralmente en ellos durante los meses del verano. Asociaciones de peregrinos, Parroquias, Cofradías, Congregaciones Religiosas y entidades varias, se incluyen en este colectivo que protagoniza la acogida jacobea en nuestra diócesis astorgana.
Entre otros está el Albergue de San Nicolás de Flüe que construido por la Basílica de la Encina, D. Camilo bendijo e inauguro en el inicio de su episcopado.
De igual manera se abren cincuenta y dos templos que permanecen disponibles durante ocho horas diarias para que los peregrinos puedan ver, rezar, admirar, descansar o sentir tal vez una profunda y ocasional llamada a la conversión que tal vez se traduzca en confesión general al llegar a la tumba del Apóstol. Es verdad que esto último se hace también con ayuda de la Junta de Castilla y León, pero participan a su vez gran cantidad de ocasionales voluntarios y mantienen abiertos gran parte de estos Monumentos de interés Cultural.
Recuerdo a D. Camilo en los primeros días de Junio de 1995 entrar en nuestra diócesis parando en nuestra ciudad a rezarle a la Virgen de la Encina antes de llegar a su Sede de Astorga. Con especial ilusión aplaudí su idea de poner en su escudo episcopal, entre otros símbolos, un puente y una estrella, que interpretábamos en la línea del obispo Osmundo que fue pontonero y constructor de puentes para unir personas, territorios, caminos, mentalidades y reconciliar a los hombres con Dios.
También la estrella, de los Magos habla de camino y de seguimiento. Todo especialmente sugerente y muy jacobeo lo ha hecho D. Camilo, y no solo en el Camino de Santiago sino en todo lo relacionado con el gobierno de la Diócesis y sus atenciones para con nosotros. Siempre ha mimado su acción pastoral en la ciudad de Ponferrada: Amplió y renovó el Colegio Diocesano de San Ignacio; diseñó los Centros de Atención Pastoral; ha promovido la creación del Comedor Social del Centenario y mejorado el Hogar del Transeúnte; apoyó siempre al Centro Urogallo y al Proyecto Hombre; creó una librería religiosa, un Centro de Estudios de Ciencias Religiosas, otro de Orientación Familiar. Consiguió que Ponferrada fuese la primera ciudad sin tener obispo residencial ni Catedral, albergase la Exposición de las Edades del Hombre. Participo y animo las celebraciones del año Santo Mariano que con motivo del Centenario de la Coronación de la Imagen de Ntra. Sra. De la Encina se celebraron con gran compromiso eclesial, social y solidario.
Con ese motivo dirigió a toda su diócesis una Carta Pastoral y alentó una peregrinación de la imagen de los grandes Santuarios y Centros Pastorales. Inauguro en nuestra ciudad, un Congreso de Mariologia participado también por la Universidad Pontificia de Salamanca e invito a otros obispos, cardenales y Sr. Nuncio a las solemnes celebraciones religiosas de este evento. Fundo un Centro Juvenil y traslado el Seminario Menor a las instalaciones docentes del Colegio de San Ignacio. Otro hijo relevante en su quehacer pastoral fue la construcción de una nueva Parroquia que, con el nombre del “Buen Pastor”, se erigió en el barrio de La Rosaleda de nuestra ciudad. También promovió y ayudo a restaurar más de 60 templos en nuestra comarca, ha visitado en varas ocasiones hasta los pueblos más pequeños, confirmando la fe, animado de un talente sencillo, afectuoso, cercano y entrañable.
Finalmente, entre otras muchas atenciones y gestos imposibles de resumir aquí, acepto la petición del Cabildo de la Hermandad de Jesús Nazareno, para coronar canónicamente la Imagen de Ntra. Sra. de la Soledad, uno de los símbolos más queridos de su Semana Santa.
Es justo que tantas cosas hayan conseguido un movimiento de afecto mutuo y solidaridad compartida por el que las autoridades locales y los grupos políticos que conforman el Ayuntamiento de Ponferrada se hayan puesto de acuerdo y aprobaran por unanimidad, dedica su nombre a una calle. Y mejor no podía ser otra que la que rememora el paso de los peregrinos, al pie del Albergue. Una calle para un Obispo que tiene carisma, que cree en el Camino de Santiago y bendice tanto a los que peregrinan como a los que les acogen y humildemente les ofrecen el testimonio de su fe.
La calle de D. Camilo siempre quedara unida a la identidad jacobea de nuestra diócesis. Así, el pasado 20 de diciembre, en una soleada mañana, se descubrió una Placa con su nombre en la antigua calle de La Loma, que ahora pasa a ostentar el nombre de nuestro obispo.
Al acto acudió un enorme número de sacerdotes de la Diócesis, así como algunos prelados amigos, (Mondoñedo, etc.) También la Corporación de Ilustre Ayuntamiento de Ponferrada con su alcalde y un numeroso grupo de ciudadanos agradecidos a su obispo. La ceremonia concito además, un gran despliegue de medios de comunicación. Tras este entrañable acto, tuvo lugar en una comida-homenaje en su honor, en un conocido restaurante de nuestra ciudad.
Finalmente, y para redondear la jornada, D. Camilo acudió como invitado, al palco presidencial del Estadio de la S.D. Ponferradina, para presenciar el partido de liga correspondiente a esa jornada deportiva. En el descanso, le fue entregado un cheque con la cantidad recaudada en ese partido de fútbol, con destino a las necesidades sociales de la Diócesis, en un hermoso y solidario gesto por parte de esta Sociedad Deportiva.