Diario del exilio africano

El leonés Ángel Freire presenta 'En Nombre de la Libertad. Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio' (1936-1945), basado en los escritos del teniente republicano de Navío de la Armada Española Victoriano Barroso, que sacan a la luz las penurias sufridas por los exiliados de la Guerra Civil en el Argelia, a manos del Gobierno de Vichy
Las dos personas del centro, Ángel Freire (I) y Rogelio Blanco (D) durante la presentación

Violeta R. Oria Además del actual territorio francés, sus colonias en Marruecos y Argelia recibieron  cerca de 20.000 exiliados españoles al término de la Guerra Civil. Un  libro editado por el  leonés Ángel Freire bajo el título ‘En nombre de la libertad. Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio (1936-1945)’ ofrece información inédita de las vivencias y los padecimientos de los exiliados en África del Norte a partir de los escritos de Victoriano Barroso, republicano español y oficial de la Marina de Guerra española. La monografía fue presentada esta semana en la Fundación Sierra Pambley de León y ha sido publicada por la editorial Sílex.

Pero, ¿quién fue Victoriano Barroso? Nacido en El Ferrol en 1914,  fue militar y republicano afiliado al PCE, presidente del Comité de Gobierno del crucero Libertad y comisario del destructor Jorge Juan; participó en el bloqueo del Estrecho, en la defensa de Alicante y Cartagena y en la batalla naval del cabo Chernell. En marzo de 1939 tiene que refugiarse, como el resto de la flota republicana, en África del Norte, donde posteriormente es internado en inhumanos campos de concentración,  “y en condiciones de esclavismo participa en la construcción del ferrocarril Transahariano en las inhóspitas latitudes del desierto sur argelino”, se explica en las primeras páginas del libro, todo un diario del exilio africano y también de la previa Guerra Civil. Allí consigue fugarse y tras ser atrapado y recluido en los peores presidios, condenado a muerte, es liberado por el general De Gaulle en 1943. Tras su liberación establece su residencia en Orán, pero una década más tarde, después del estallido de la revolución independentista argelina y amenazado por las OAS, sale clandestinamente hacia Francia.

Ángel Freire, nacido en Rozuelo (El Bierzo), estudió Magisterio, Filosofía y Filología Moderna en España y Francia. Es titular de una DEA en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos por la Universidad de Lyon. Ha ejercido la docencia en España y Francia, alternándola con su militancia en el PSOE y UGT.

Cuando Freire conoció a Barroso… y viceversa

Freire (Freire “a secas” como reconoce que le gustaba que le llamaran) conoció a Barroso cuando dirigía el Colegio Hispano-Francés de Lyon -hoy, Instituto Cervantes-. Barroso ya sobrepasaba los 70 años. A partir de ahí, y tras diversos avatares, incluida una grave enfermedad sufrida por Freire, fue creciendo  la gran amistad que le llevaría a encargase de los diarios del militar republicano.Teniente de navío de la Armada española, dos veces titular de la Cruz al Mérito Naval, capitán del Ejército francés y titular de la Cruz de Combatiente Voluntario de Europa, entre otros cargos, Barroso es el autor de unos apasionantes escritos, a partir de los cuáles el berciano  Freire “teje una densa red intertextual de notas, glosas y referencias que constituyen un texto paralelo y válido por si mismo”, según se indica en la monografía, cuyo prólogo corre a cargo del cepedano Rogelio Blanco, ex director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura.

 En territorio hostil

Tras el triunfo de las tropas nacionales, la situación de los exiliados no es la de apátridas. “Las relaciones establecidas con  Franco, bien acogido por numerosos sectores franceses, máxime durante el gobierno de Pétain, deja a los españoles en una total inseguridad jurídica”, explica el cepedano Rogelio Blanco en el prólogo. Para los refugiados que permanecieron  en territorio francés lo peor llegaría con la ocupación alemana y la implantación del Gobierno de Vichy, que les envío a campos de trabajo bajo la eufemística forma de ‘Compañías de Trabajadores Extranjeros’, militarizando a sus componentes. En uno de ellos estuvo Freire, a cargo de 350 hombres, donde fundó un clandestino comité de ayuda De Gaulle al objeto de proteger la fuga de aquellos que querían incorporarse a sus fuerzas.

Y aquí llega uno de los numerosos buenos momentos del libro, cuando Barroso narra su detención, mientras llevaba en el pantalón un papel con los nombres de 15 futuros fugados -o que al menos lo intentarían-.

“A por ellos”

“Agarré brutalmente a los dos oficiales que me encuadraban y los arrojé contra los otros. Me lancé por la ventana, que voló hecha añicos y corrí hacia donde se hallaba mi compañía. Los oficiales disparaban sobre mí como quien tira sobre un conejo. A unos 50 metros de mis hombres, un soldado me cortó el paso y, aguardando un tiro por la espalda, me dirigí a ellos…, en estos términos:

¿Es que los machos españoles se han convertido en gallinas?

¿Es que vais a dejar que estos hijos de puta me asesinen impunemente?

¡Y al instante, una voz sonó recia y vigorosa…!

¡A por ellos!

A partir de ahí, Barroso narra como sus hombres, con picos y palas, se enfrentaron a los guardas y cómo él escapó a las montañas. Y la historia sigue…

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