Leo las declaraciones de una viróloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Margarita del Val) avisando: “Está en nuestras manos que los brotes no se conviertan en segunda oleada. Y eso puede ocurrir en cualquier momento”. A continuación miro alrededor. Un viaje urgente me ha llevado a Málaga. Es mediodía y el chiringuito está lleno, todas las hamacas de la playa también. Se ven pocas mascarillas y eso de la distancia de seguridad o las entradas y salidas diferenciadas más bien se ha olvidado. La sensación es totalmente placentera, agradable… pero me da la impresión de que nadie más ha leído lo mismo que yo. Regreso a Madrid y en este ambiente de desescalada en el desconfinamiento, entre la Fase 2 y la 3, sin saber muy bien si la 3 sobra ya, se cuelan los avisos de lo que viene este otoño. Incluso antes, los nuevos brotes sorprenden hasta a los chinos, que tienen a todo el mundo monitorizado. Me invade un pesimismo más desagradable todavía al no verlo compartido.
Todos queremos olvidar esta primavera confinada y miedosa y lanzarnos a un verano carpe diem, aunque no sepamos cómo será el regreso al trabajo, cuántos podrán regresar, cómo serán las clases. Se habla de dividir los grupos de alumnos, pero cuántos profesores y aulas se necesitan para desdoblar en dos o tres tandas lo que antes era solo una clase. Un ejemplo, el protocolo propuesto por el Ministerio de Universidades dice que las facultades tienen que fijar un “coeficiente de ocupación” dividiendo el número de alumnos por la capacidad del aula o instalación, respetando el metro y medio de distancia, para después calcular el “coeficiente de ocupación real” de cada actividad y, entonces, si el real es superior al teórico, hay que reducir los alumnos dividiéndolos en más grupos o quedándose algunos en clases telemáticas. Fácil, no?
Por no saber no hay forma de llegar a una conclusión sobre la vacuna de la gripe. Dicen que conviene extender su utilización y adelantar la campaña, ya que sería difícil de gestionar un invierno en el que coincidan la ola de la gripe y una nueva llegada del coronavirus. Pero hacerlo demasiado pronto puede volverla ineficaz ante la variante del virus que toque esta temporada.
Esto se está volviendo, no ya líquido, como decía Bauman de esta sociedad en constante transformación, si no gaseoso, inaprensible, difuso… confuso más bien. Como se complica todo a partir de algo tan sencillo como mantener un par de metros de separación y lavarse las manos.
Ángel M. Alonso Jarrín