Lo cierto es que como a todo astorgano, la historia no me es un asunto extraño, porque como decía el sabio: nada de lo humano me es ajeno. El asunto es que un amigo historiador, especializado en otras contiendas de tiempos más pretéritos, me habló de una serie de documentos que un gitano le vendía y que a lo mejor a mí me podía interesar. El hombre en cuestión llegó a la cita, puntual como un reloj de Losada, e el lugar donde os había convocado mi amigo. Pude comprobar que en una bolsa de plástico de supermercado llevaba unos cuantos documentos amarillentos, viejos que no antiguos, así como algunas cosas más.
Tras expandir sobre la mesa de mi amigo el contenido de la bolsa, pronto comprendí que se trataba, sobre todo, de material proveniente de los tiempos de la Guerra Civil en Astorga. Tema sobre el que siempre me ha gustado leer, aprender y hasta coleccionar diversos objetos; de ahí que mi amigo jugó con ventaja sabiendo que yo pescaría ese día algo nuevo que llevar a mi “leonera” -despacho y biblioteca de mi casa donde no dejo que me toquen nada, para que en mi orden aparentemente caótico nadie genere desorden que me malhumore y despiste-.
Aunque al educado calé le pagué algunos euros de más, no tenía gana de regateos, obtuve media docena de documentos donde el más valioso para mí es la fotografía que ilustra este escrito. La escena, en blanco y negro, por supuesto, se trata de la entrega de la bandera de Flechas, regalo de don Joaquín Gavela, ex alcalde e ilustre astorgano, a los flechas de Astorga, como recuerdo de su hijo, Gerardito Gavela, muerto el día de la adhesión de Astorga al llamado Movimiento Nacional, el 20 de julio de 1936.
La foto es del 37 en el jardín del Palacio Espiscopal o que los astorganos llamamos comúnmente de Gaudí, que como se sabe fue tomado como Cuartel General de la Falange durante los tres años de contienda fraticida, y que según cuentan nuestros mayores, “a pesar de estar prácticamente vacío su interior, salvo el sótano de restos de estelas funerarias y otros objetos artísticos y arqueológicos del Obispado, del Ayuntamiento y de algunos particulares, el resto de las plantas habilitadas como oficinas y otras dependencias dejaron los bellos suelos de madera auténticamente machacados por las botas y espuelas de sus uniformes”.
Los flechas eran la rama benjamín-infantil de Falange Española de José Antonio, que por tribulaciones y apaños de la alta política acabó siendo unificada con las Juntas de Ofensiva Nacional Socialista de Onésimo Redondo y también Tradicionalista por la vertiente vasco-navarra. Osea, que Franco logró meter en el mismo frasco las ardorosas juventudes fascistas, con los filogermanófilos y con los requetés del Norte. ¡Vaya ensalada! Pero el necesitar aliados es lo que trae, por no hablar de monárquicos borbónicos, burguesía capitalista y demás.
Pero no crean que la sopa de colores era cuestión de un bando tan solo. Todo lo que quedó de republicano, desde el centro político hacia la extrema izquierda, incluso con los anti todo como los anarquistas de la FAI y la CNT, no le dejan a la zaga en este otro bando al de enfrente. De hecho, el presidente Manuel Azaña en sus diarios pide perdón porque ve que al Gobierno legítimo de España se le escapa el control con un autogolpe interno de las facciones comunistas y anarquistas, que al fin y a la postre tomaron con el devenir de los meses el control del Frente Popular metido en guerra. Hasta los socialistas, el partido mayor y mejor organizado de la izquierda más moderada, fue cada vez menos influyente. En ambos bandos, las potencias externas lejos de amainar ánimos insuflaban con armas, financiación y elementos la radicalización de posturas y combates. Era un campo de prueba o antesala de la II Guerra Mundial.
Lo demostrado
Poco hay de comprobado bajo el rigor de la ciencia histórica de la contienda civil en Astorga y comarcas de sus alrededores. Si bien es cierto que abundan blogs unipersonales, páginas webs brotadas como champiñones sin orden y albedrío desde una sola óptica del conflicto, así como transcripciones de terceros basadas en supuestos testigos -familiares casi siempre-; la falta de datos fehacientes provoca una tarea de verdadera arqueología contemporánea. De ahí que la foto de Gerardito sirva para poner una imagen más a las pocas reales que existen y se tienen archivadas y cotejadas con el rigor de la Universidad de turno, hemerotecas periodísticas o archivos provinciales.
Sobre la Guerra Civil en nuestra ciudad contamos un magnífico relato del que era un niño por entonces y que llegó a ser alcalde de Astorga al inicio de la Democracia, Luis González Álvarez. Publicado en el diario local de papel El Faro el 17 de agosto de 2012. González comienza su relato en los primeros días de octubre de 1934, recordando los ecos de lo que fue la revolución de Asturias y cómo la vivieron desde aquí. De hecho narra pormenorizadamente los meses de movilización militar, las estulticias por ser jóvenes católicos o las persecuciones a sus profesores hermanos de La Salle en Astorga. “Creo que para llegar a julio del 36, había que tener en cuenta la revolución de octubre del 34, cuyo fracaso tuvo consecuencias importantes. Al haber crímenes, desórdenes y muertes tuvo que intervenir la Justicia castigando a los culpables, y en nuestra Patria sucedieron tiempos de rencor y odio, y las heridas no cicatrizaron bien. El Frente Popular quería indultos prematuros y las víctimas exigían justicia”. El clima narrado en general era de huelgas, tensiones, elecciones y poco a poco atentados y muertes…”
Lo cierto es que en Astorga, como en España, la pobreza era extrema y que los padres de familia de clases obreras fueran atraídos a movimientos radicales no era en la mayor de las veces sino una lucha por la mera subsistencia de una forma digna, si comparamos la España de los años 30 con otros países de Europa más desarrollados.
En la narración de Luis González se nos habla de milicias socialistas armadas con permiso y orden del alcalde Miguel Carro, quien encerró a 50 personas de derechas los días 18 y 19 de julio, trasladándose dichas milicias a apaciguar un motín en Nistal de la Vega. En la refriega caen los primeros astorganos muertos en la Guerra Civil: José del Ganso Rodríguez, soltero de 21 años, socialista, y el joven de Nistal Juan Miguélez Fuertes. de 21 años y soltero también. Varios nombres más de heridos y el traslado del socialista Ganso Rodríguez a la morgue del cementerio astorgano.
El mismo 19 de julio un tren de mineros armados, camiones de guardias de asalto republicanos y un ejército de lo más variopinto se ofreció al alcalde para tomar la ciudad. Miguel Carro, conociendo que en el Cuartel Militar la asunción del Alzamiento era más que probable, tuvo la feliz idea de recomendar partir a las fuerzas asturianas argumentando tener controlada la situación. Así lo va explicando González.
Las escasas noticias de radios y trenes que pasaban por las dos estaciones de trenes que contaba Astorga eran las peores, muertes, atentados… Toda España estaba cobrando partida y el mapa no había quedado todavía claro en los dos bandos: nacional y republicano, azul y rojo. La quema de iglesias y conventos y el asesinato del diputado Calvo Sotelo espoleó aún más a los indecisos de la llamada derecha, si es que a esas alturas había ya partidos políticos y no bandos de guerra total.
El 20 de julio ya quedaba clara la postura del acuartelamiento astorgano y las fuerzas de la autoridad militar. Incluida la Benemérita. Es decir, la zozobra sobre lo que ocurriría en el Cuartel duró casi 48 horas. Y la Guerra, tal y como se entiende, duraría menos de día y medio en Astorga. Desde el Cuartel de Santocildes una compañía liberó al medio centenar de personas encarceladas días antes por mandato del alcalde en la prisión donde hoy se ubican los Juzgados. Unos por el Paseo Blanco de Cela y otros por la Plaza de la Catedral fueron arroyando a cuanto salía a su paso. Tiros fugaces acá y acullá. En las casas, casi todo el mundo se encerró con puertas y ventanas trancadas a cal y canto. Ricardo Vázquez Pérez, panadero de 46 años, cayó muerto, como Modesto Pan Garrido, segador de Orense que fue herido y trasladado al que sería durante varios años el Hospital de heridos de los dos bandos: el Hospital de San Juan. Allí hay testimonios de muchas muchachas de la Sección Femenina que atendieron con las monjas y la propia Cruz Roja a personal. que venía trasladado del frente de Asturias principalmente, durante toda la contienda.
En la Plaza Santocildes se ubicó el grueso de la unidad militar. Por detrás del Ayuntamiento la Policía local se unió a los militares llegados desde el Paseo Blanco de Cela y el Jardín. Dos ametralladoras y diversas columnas militares tirotearon el Consistorio desde donde se repelía la acción a duras penas. Tras lanzar una granada por una ventana, solo el alcalde, el médico del Centro de Higiene y otros 30 milicianos socialistas se rinden de su atrincheramiento en la Casona.
El hijo del ex alcalde Joaquín Gavela, Gerardito Gavela, fue muerto por las balas perdidas al estar su casa ubicada frente al Ayuntamiento. donde la conocida familia aún regenta un comercio y cuenta con varias viviendas de nueva planta. Al parecer, el niño se encontraba detrás de un balcón y con inocente curiosidad asomaba tras los ventanales los sucesos de la plaza y el Consistorio. El resultado, una bala mortal que lo fulminó. En total el bando nacional registró tres muertos, uno de ellos el niño aludido.
Represión
No volvieron a sucederse más enfrentamientos que puedan denominarse actos de guerra. Si bien, como consecuencia de ella, hay constancia de que el Cuartel de Santocildes albergó hasta 5.000 presos del bando repúblicano y un centenar al menos fueron fusilados y enterrados en sus zonas no urbanizadas. Otras fuentes elevan la concentración de presos a 15.000, pero no han sido contrastadas.
Otra cárcel provisional fue la propia prisión y Juzgados de Astorga, con capacidad para no más de 20 presos estando encerrados un breve tiempo casi 80 personas. Hubo constancia de un fusilamiento en la tapia del Cementerio de Astorga de parte de estos prisioneros. Al no permitirse enterrarles en Campo Santo, muchas familias les dieron sepultura de noche, entre tumbas sin identificar.
Los sepultureros municipales que se han ido sucediendo durante años en este trabajo vienen encontrado restos alrededor de las tumbas que arreglan. La política seguida durante años ha sido la reubicación de los restos en una zona llamada “huesera”, donde el centenar de restos óseos corresponden, no en su totalidad pero en su mayoría, a represariados en esos tres años de contienda.
De las partidas contra republicanos organizadas en Astorga la más numerosa de la que se tiene constancia es la realizada camino de Destriana, cuando un grupo de falangistas y militares llevaron a pie a un grupo de presos que pasaron por las armas y enterraron en la llamada “cuesta de Destriana o curva de Destriana”. Hay discrepancias en la denominación del fatídico lugar. Los nombres son estos:
- Baltasar Carbajo Vidales,
- Feliciano Marcos Brasa, Presidente de las Juventudes Socialistas. Encarcelado el 31-07-36
- Higinio Marcos Pérez,
- Tomás Martínez ,
- Aquilino Ortega ,
- Melchor Pérez Vidales,
- Salvador Pérez Turrado, último alcalde republicano. Socialista.
- Julio Travesí Pérez,
- Cipriano Valderrey Marcos,
- Baltasar Vidales Valderrey,
- Paulino Vidales Valderrey,
- José Villalibre Toral, militar.
Otro lugar de encierro fue el llamado pajar. De cuya ubicación también hay discrepancias. Unos lo sitúan en Puerta de Rey y otros en Rectivía. Pero las diversas fuentes sí coinciden en afirmar que “fue utilizado salvo seis meses a un año a lo sumo”.
En total, la represión en Astorga del llamado entonces Movimiento Nacional ascendería a 150 personas “paseadas”, obviamente, con el traslado al gran campo-cárcel de San Marcos a León, el número seguro es mayor. Pero escapa al ámbito astorgano al que nos queremos referir.
Un artículo de prensa, también publicado en el diario de papel El Faro el 21 de diciembre de 2012, firmado por Miguel García Bañales, pone en duda buena parte de la versión de Luis González. En un tono mucho más proclive al bando republicano encontramos un interesante párrafo sobre sucesos en días de preguerra en Astorga. “A mediados de mayo se ponen explosivos en varios edificios religiosos. Uno en los muros del Seminario hacia la cárcel. Otro en el muro que une la muralla con la Iglesia de San Bartolomé, que no afectará al templo. Un intento de robo en San Julián, hoy Fátima, del que dirán que se profanó la iglesia, pero en esa época la iglesia creo que se dedicaba a almacén religioso, incluso había una solicitud para convertirla en escuela. Y un intento de incendio en la Iglesia de San Pedro de Rectivía, que frustó un sereno”. García Bañales señala que eran anarquistas y falangistas, no los socialistas, los más violentos que se mostraban en este tipo de ataques.
El caso más llamativo de represión republicana astorgana, además del encarcelamiento de medio centenar de personas en los días previos del Alzamiento, tuvo lugar en tierras asturianas. La violación y torturas durante toda una noche a las que fueron sometidas las llamadas Mártires de Somiedo, jóvenes de familias astorganas que atendían heridos del frente asturiano y que fueron capturadas junto con un sacerdote en un pequeño hospitalillo de campaña. En los testimonios publicados se repite el hecho. “Todos son torturados, ellas violadas en repetidas ocasiones durante toda una noche por milicianos para acabar siendo fusiladas, mientras el cadáver del sacerdote fue paseado por las calles de Somiedo durante la acción para que el ruido de bueyes y ruedas mitigase los gritos de las jóvenes”.
En diferentes cantidades pero con la misma crueldad, lo cierto es que el error de lucha fraticida es algo que no debería volver a suceder. De hecho con algún que otro amigo astorgano, declarado socialista, hemos comentado conformar algún tipo de plataforma ciudadada para recuperar el viejo monumento a los caídos que siempre estuvo en la Plaza del Palacio Episcopal cuyo jardincillo ya tampoco existe y que fue retirado en tiempos pasados. Pero que fuese recuperado sin escudos ni símbolos algunos para ubicarlo el cementerio municipal de forma sencilla, por supuesto, para mayor gloria y reconocimiento de TODAS las victimas de ambos bandos en un acto de confraternización y cierre de una de las etapas más tristes de nuestra reciente historia.
Fuentes:
-La Guerra Civil en León. Universidad de León VVAA
-La Crónica, L. A. Oria/ F. F. 26-08-2010
-El Faro Astorgano
-Federación estatal de foros por la memoria
-Archivo familia García Nistal
Impresionante relato, especialmente la parte relativa a las escaramuzas y el asalto al ayuntamiento. Trato de imaginarme esa misma escena en nuestros dias, cuando un corte de luz de un par de horas, el fallo de la red 3G o el cierre de una calle por obras suponen el casi desmoronamiento de nuestros cálidos y asépticos mundos. Parece inverosimil que algo asi ocurriese hace sólo ocho décadas.
Interesante documento,lo que me pregunto y conozco la respuesta es porque de esto no se habla en las escuelas,digo esto porque no siendo de AStorga el que escribe esto si he tenido interés en preguntar a niños y no tan niños sobre la utilización del palacio y la respuesta siempre ha sido la misma y yo que se. Tengo recuerdo en una de las rememoraciones de las jornadas de la batalla de Astorga ,pregunte a vecinos de Astorga y algunos me decían que empezaban los carnavales otros que no sabían, que no sabían quien era el general Santocildes , ni sabían nada del monumento en la plaza del mismo nombre.
Sobre el tema que relata el Sr. Garcia me parece increíble que todavía se guarden secretos y lo entiendo menos en una ciudad tan pequeña donde se conoce todo el mundo,lo que paso paso y nunca mas tiene que pasar.
Permítame que haga algunas apreciaciones respecto a varias de las afirmaciones que en este artículo se hacen:
En cuanto a lo sucedido en Astorga en los días del golpe militar de julio de 1936, la contraposición o el contraste entre lo narrado por don Luis González Pérez y lo que aflora el investigador don Miguel García Bañales, hace ya unos tres años que está expuesto en mi web (www.jiminiegos36.com ), en el acceso desde la barra de la izquierda “Dos visiones sobre Astorga”.
La cuestión de los presos de Destriana pasados por las armas, tal como se narra, ofrece muy pocas trazas de veracidad, a la luz de lo que hace ya bastantes años se conoce sobre lo sucedido en Destriana y las víctimas de la represión allí perpetrada. Hace ya seis años que en mi citada web se brinda información sobre tales víctimas, el homenaje que a ellas se les hizo en Destriana en mayo de 2010, y las exhumaciones que de algunas de ellas realizó antes la ARMH. A mi web y al acceso desde el botón “De vuelta en Destriana” remito a los interesados en ello.
Sobre las llamadas Mártires de Somiedo, lo no poco que de mito interesado se fue construyendo en el relato de lo ciertamente sucedido en el copo de Somiedo de las tropas “nacionales” por las gubernamentales en aquel frente a finales de octubre de 1936, ha sido hace ya mucho tiempo desmontado, presentando en su lugar una narración de lo ocurrido mucho más cercana a la realidad de los hechos, especialmente en las obras de dos solventes investigadores leoneses: José Luis Alonso Marchante. “Muerte en Somiedo”. Ediciones Azucel. Avilés. 2006, y Víctor del Reguero. “Laciana. República. Guerra. Represión”. Ediciones Piélago del Moro. León. 2011. A ellas remitimos a los interesados en este episodio histórico.
El otro lugar de encierro al que se alude fue el Campo de Concentración establecido en la Pajera (la Pajera de Carro, exactamente. Se nombra de Santa Marta en los documentos oficiales). Más datos en mi web, en “La represión en la Comarca”, cuarto párrafo.
Atentamente.
José Cabañas González
Yo tengo una versión que difiere en algunos aspectos de lo que aquí se relata, por una persona que paso por la plaza mayor minutos después. Y existen ciertas diferencias en los días previos a la guerra y en los posteriores.
Y repito esa persona lo vivió en directo. Me gustaría mencionar que los días previos se hicieron requisas de armas por grupos afines a la república y se tenía una lista de personas de ideología de derechas que eran republicanos para ser detenidos como mínimo (la república no es patrimonio de partidos de ideología de izquierda).
Sobre los días previos en Astorga:
Testifica (en consejo de guerra, en su momento) Manuel Miranda (del Teatro Gullón) que “antes de los sucesos del día 20 la vida en la ciudad era normal”, y que “no tiene conocimiento de que antes de aquellos se hayan cometido otros desmanes más que la detención de elementos derechistas”, añadiendo que “se enteró más tarde de que, al parecer, existía el propósito de ejecutar a todos los detenidos de derechas, pero que no puede asegurar si era cierto”. Falsedad que como la de las listas negras (tampoco se probó nunca que existiera en León la que según los sediciosos se habría elaborado en los talleres del diario socialista La Democracia) o el previsto golpe de Estado comunista para el 29 de julio ya está operando cuando en febrero de 1937 deponen los testigos como justificación de la sublevación anticipada y preventiva de los rebeldes.
Para lo sucedido en los mismos días en Veguellina de Órbigo, pero válido para Astorga y otros muchos lugares:
Expone el fiscal (en el consejo de guerra que juzga a defensores allí de la República) que “obedeciendo aún las órdenes del Gobierno central en pueblos aún no sometidos por las fuerzas, como el de Veguellina, grupos armados se aprestaron para la defensa, requisando armas en los lugares de Villoria, Hospital y Villarejo, además de en la propia Veguellina, organizando servicios de patrullas y de guardia permanente en dicha población”, y matiza el abogado defensor Carlos Álvarez Cadórniga, que “se hizo aquello sin cometer ningún delito, sin efectuar un solo disparo, sin atacar la propiedad pública o privada”, añadiendo el letrado en su alegato de defensa que “el Comité se movía en virtud de disposiciones no solo de las primeras autoridades de la provincia, sino del titulado legítimo Gobierno, ya que desde el ministerio de la Gobernación se hicieron circular a toda España los mandatos de movilización del Frente Popular así como los de armar al pueblo y oponerse al paso de nuestro Glorioso Ejército, por lo que quienes así actúan lo hacen en virtud de la obediencia debida”.
Ciertamente, las disposiciones y medidas de defensa del régimen constitucional adoptadas por el Gobierno frentepopulista ante la insurrección de la derecha en julio de 1936 fueron las mismas, e igual de legales y legítimas, que las tomadas por el Gabinete radical-cedista (conservador y derechista) frente al levantamiento socialista de octubre de 1934 y al anarquista de diciembre de 1933, coincidentes con las puestas en práctica por el Gobierno republicano-socialista ante el golpe de Sanjurjo en agosto de 1932.
Por cierto, las acertadas apreciaciones del fiscal y abogado defensor no libraron de ser condenados a muerte, prisión u otras represiones a los defensores de la legalidad en Veguellina, Astorga y tanos otros lugares…
Atentamente.
José Cabañas González
http://www.jiminiegos36.com