Mi primer texto periodístico lo publiqué, hace muchos años, en `La Luz de Astorga´, el periódico de mi familia, fundado por mi abuelo Nicesio Fidalgo, que se editaba en una modesta imprenta situada en la calle López Peláez. Esa cabecera convivió durante bastante tiempo en los kioskos y en los hogares de muchos astorganos con el otro trisemanario, que capitaneaba Magín Revillo.
Por eso, después de tantos años, he querido bautizar las columnas, que a partir de hoy publicaré en el Diario de Astorga, con la denominación genérica de `Luz y pensamiento´, como homenaje y recuerdo de esas dos cabeceras periodísticas, que en algún periodo de su dilatada historia, se editaron en nuestra imprenta familiar y bajo nuestra propiedad para asegurar la supervivencia de ambos.
Quiero dejar constancia, aquí y ahora, de mi agradecimiento a Alejandro Nistal por abrirme las puertas y las pantallas de su diario digital en este momento de mi vida cuando acabo de alcanzar mi jubilación y con ella esa libertad, tantas veces añorada, para escribir, sin más limitaciones que las que establezca mi talento y mi olfato periodístico, que todavía mantengo, aunque ya un poco disminuido por evidentes razones de desgaste biológico y profesional, que cuarenta años al pie de la pluma son mucho.
También debo explicar -aquí y ahora- que en mis últimos años de ejercicio profesional he sido jefe de prensa y, por el mismo precio, lo que en nuestra jerga se denomina `un negro´, dicho sea esto con todos los respetos y sin ninguna connotación racista, que no están los tiempos para equívocos políticamente incorrectos. Aclaró, por si alguien no lo sabe, que `un negro´ es aquél que escribe para otro de forma anónima y secreta. En mi caso lo he hecho para varios políticos con cargo en la administración autonómica.
Y por todo esto que escribo y explico es por lo que el poder publicar, a partir de hoy, festividad de San Froilán, sin tener que ocultar mi identidad propia o incapacidades ajenas es algo que me llena de alegría y satisfacción. Eso sí, espero estar a la altura de las circunstancias y de este periódico que me acoge porque a estas alturas de la película no quiero ni emborronar mi trayectoria profesional, que como Teruel existe, ni defraudar a mis posibles lectores astorganos.
Así que, llegados a este punto y aparte, hasta la próxima columna, que ya no será de presentación sino de opinión. Espero.
Angel María Fidalgo