Las previsiones sobre la evolución de la economía son claves a la hora de programar un presupuesto de ingresos y, por lo tanto, de gastos. Sin embargo, cada vez resulta más difícil para todos los institutos de predicción acertar en sus pronósticos, que deben ir ajustándose a una realidad que cambia a una velocidad de vértigo.
La inestabilidad nacional; las políticas económicas y monetarias europeas; el comportamiento de los centros de decisión económica mundiales y las políticas exteriores de las grandes potencias todo lo condicionan en un mundo global. Si a eso se suma un año sin cuadro macro por la ausencia de cuentas nacionales y autonómicas, el panorama para 2019 es cuando menos bastante difuso.
Sin embargo, las tendencias del camino que recorrerá la economía de Castilla y León son coincidentes para la mayor parte de las agencias que estiman grandes cifras y entienden que el dinamismo del PIB regional sufrirá una desaceleración el año que viene, y alcanzará un crecimiento entre el 1,8 y el 2,6 por ciento. Este año, las estimaciones sitúan el avance de la economía de Castilla y León entre el 2,1 y el 2,9 por ciento, dependiendo de la fuente. Amplias horquillas que rozan un punto porcentual de diferencia y eso en el PIB de la Comunidad es mucho, tanto como 600 millones. La Junta vaticina un avance económico el año que viene del 2,3 por ciento, frente al 2,7 por ciento con el que estima que se cerrará 2018.
Las estimaciones más optimistas de dinamismo económico entre los institutos de predicción para Castilla y León en 2019, corresponden a BBVA Research, que es la única fuente consultada por Ical, que prevé una aceleración económica de la Comunidad el próximo año. En concreto, considera que 2018, cerrará con un aumento del PIB del 2,2 por ciento, mientras que en 2019, la producción aumentará un 2,6 por ciento.
Más moderada es la estimación de Unicaja Banco para 2019, que se sitúa en el 2,4 por ciento, un porcentaje cinco décimas por debajo de la previsión de cierre para la Comunidad este ejercicio del 2,9 por ciento.
Cabe destacar también que el Centro de Predicción Económica Ceprede considera que el PIB de la Comunidad crecerá el próximo ejercicio un 2,1 por ciento. Ceprede es el organismo más pesimista en cuanto a cómo cerrará el año que se acaba en Castilla y León, donde calcula que la economía apenas avanzará un dos por ciento.
Por su parte, Funcas reduce la previsión de crecimiento económico para Castilla y León el año que viene, hasta el dos por ciento, una importante caída desde el 2,7 por ciento que calcula crecerá la Comunidad este año, el mismo porcentaje que defiende el Ejecutivo autonómico.
Los peores augurios de evolución económica de la Comunidad, corresponden a Hispalink, que sitúa el avance para 2019, en un 1,8 por ciento; frente al 2,5 por ciento que estima crecerá Castilla y León este año. La red también elabora previsiones para 2020, cuando estima que la Comunidad se desacelerará aún más, hasta el 1,7 por ciento.
El decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de León, José Miguel Fernández; y los catedráticos de Economía Aplicada de la Universidad de Burgos, José María Calzada, y de la Universidad de Valladolid e integrante del equipo de Hispalink en la Comunidad, José Luis Rojo, coincidieron en que la economía sufrirá el año que entra un proceso de desaceleración y mantendrá sus diferenciales con la española.
La despoblación como factor determinante para el crecimiento y los factores externos como la crisis catalana o el final de los programas europeos de estímulo así como la amenaza a los mercados exteriores de EEUU y el ‘brexit’ condicionarán todo el año económico.
El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid e integrante del equipo de Hispalink en la Comunidad, José Luis Rojo, destacó que las perspectivas para Castilla y León confirman “un relativo agotamiento de los ritmos de crecimiento de la economía regional, en el marco de una desaceleración del crecimiento nacional y, en general, de las economías europeas más notables”.
“Para 2019 y 2020 estimamos desaceleraciones crecientes de la actividad regional, de la mano de pérdidas de ritmo generalizadas en todas las ramas de actividad. La dinámica sería inferior a la nacional, con una diferencia de ritmos que alcanzaría el medio punto en 2019 y tres décimas en 2020”, dijo a Ical.
Rojo constató que el entorno de la economía regional sufre de “estrangulamientos importantes” en la demanda europea así como de la disminución de las rentas reales provocada por el incremento, “aún modesto”, de la inflación y, en particular, del crecimiento de los precios energéticos.
Adicionalmente, aclaró, los riesgos se posicionan a la baja en todo el entorno productivo y geopolítico, provocando una “relativa parálisis” de los proyectos de inversión. Así, recordó que las amenazas son “múltiples y bien conocidas” y se refirió a los riesgos para el comercio exterior derivadas de la postura de Estados Unidos, las consecuencias para el comercio exterior del Brexit, las dinámicas populistas, proteccionistas y renacionalizadoras en varios países de la Unión Europea.
Asimismo, reseñó la inestabilidad derivada de la crisis catalana o el final de los programas europeos de estímulo diseñados por el Banco Central europeo. “Esta perspectiva actúa de forma especialmente intensa en la economía española, que no ha podido o sabido resolver importantes problemas estructurales, entre los que los más importantes son el déficit en las cuentas públicas y el desempleo”.
La despoblación, el mayor diferencial
El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Burgos, José María Calzada, expuso que si para el conjunto de la economía nacional en 2019 se estiman incrementos del 2,2 por ciento del PIB y del 1,9 por ciento del empleo según el Banco de España, es esperable en Castilla León porcentajes del 1,7 por ciento del PIB y del 1,1 por ciento en el mercado laboral.
En este sentido, comentó a Ical, que el diferencial de crecimiento del PIB de Castilla y León respecto a la media nacional se debe principalmente al problema poblacional, su baja densidad y dispersión y la inexistencia de “centros de tracción económica, con la relativa excepción de Valladolid”. “Esto hace que nuestra región presente menos incentivos para la inversión, especialmente foránea, que otras regiones limítrofes de España con un mayor dinamismo económico”, resumió.
Los sectores que están generando mayor incremento de la ocupación a nivel nacional son actividades más intensivas en mano de obra como la construcción y los servicios (hostelería, comercio, turismo, trasporte, servicios profesionales, educación, servicios inmobiliarios, información y comunicación, actividades artísticas y recreativas, servicios financieros y otros servicios). Este conjunto de actividades está teniendo un menor crecimiento en Castilla y León que en el conjunto del estado y, por tanto, el empleo crece en menor medida en esta región que en el conjunto de España en relación con el incremento del PIB.
Por otra parte, muchas de estas actividades como la construcción y muchos de los subsectores de sector servicios (educación, servicios financieros e inmobiliarios, información y comunicación, …) tiene que ver con la dinámica poblacional regresiva de nuestra región que dificultan su reactivación o expansión en una mayor medida.
“De nuevo el problema poblacional de la región aparece como el gran problema, no solo social, sino económico de la región”, sentenció.
Problema estructural
El catedrático de Economía Financiera y Contabilidad y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de León, José Miguel Fernández, trasladó que se prevé un crecimiento del PIB de la Comunidad para el año que viene “moderado”, del 2,3 por ciento, debido principalmente al “crecimiento levemente inferior de la demanda interna”.
Fernández indicó que por el lado de la oferta, se prevé un crecimiento generalizado, con tasas de crecimiento entre el uno por ciento de la industria y el 2,8 por ciento del sector servicios. Desde el lado de la demanda, agregó, se calcula un aumento del consumo de los hogares del 2,3 por ciento y un crecimiento de la inversión del 3,2 por ciento, en tanto que el gasto en consumo de las Administraciones Públicas podría crecer un uno por ciento.
“Estas cifras ponen de manifiesto el problema estructural que presenta la Economía de Castilla y León con un excesivo peso del sector servicios en detrimento fundamentalmente de la industria”, dijo. Este experto aseguró además que la tasa de crecimiento del empleo podría aumentar hasta el 1,5 por ciento, al tiempo que la población activa podría reducirse en un 0,5 por ciento, situándose la tasa de paro en el 10,4 por ciento en el promedio del año (13,7 por ciento en España).