De tú a tú del Bierzo con la Junta

Bajo la incontrolable riada de la actualidad del coronavirus, que centra el interés absoluto de una ciudadanía agobiada, alarmada y preocupada,  subyace otra realidad en paralelo, cuyos protagonistas elaboran estrategias de alcance a medio y largo plazo. Una de esas realidades en paralelo tiene como protagonista al Bierzo y, en concreto, al Consejo Comarcal del Bierzo. Ayer mismo se celebraba en Ponferrada una cumbre de coordinación entre la Junta de Castilla y León, Diputación y Consejo Comarcal. Los resultados no han podido ser más satisfactorios para El Bierzo: Una notable inyección económica extra por parte de la Junta para el Consejo Comarcal -300.000 euros más al año-, compromiso de apoyo directo para la construcción de la nueva sede del Consejo y, lo que es más importante, reconocimiento de la bilateralidad política y directa entre Junta y Consejo Comarcal. Por de pronto, la Junta permitirá que el Consejo Comarcal participe con voz propia en numerosos organismos de corte autonómico, codeándose con las provincias como si fuera una de ellas. El Bierzo ahonda en sus competencias comarcales, se hace más visible en Castilla y León y ya se puede permitir una relación bilateral, de tú a tú, con el gobierno de la Comunidad. Y todo ello con la anuencia, complicidad y satisfacción del presidente de la Diputación y alcalde de Camponaraya, el socialista Morán.

Con independencia de que El Bierzo merezca estos reconocimientos y muchos más como comarca de indudable personalidad cultural, social, política y hasta lingüística, hay que valorar el momento. Esta generosidad de la Junta esconde la estrategia política de apartar al Bierzo de toda tentación leonesista segregacionista. Sí, se trata de consolidar la división de la provincia en dos realidades para hacer inviable la remontada leonesista que se vive al otro lado del Manzanal, donde cada vez son más los ayuntamientos y juntas vecinales que se inclinan por una separación de León de la actual Comunidad de Castilla y León. Una separación que nunca será viable sin El Bierzo. Y El Bierzo, hoy por hoy, no está por la labor. Le viene más a cuenta dejarse querer y cortejar por la Junta y obtener más y nuevos reconocimientos hacia su personalidad geográfica y, sobre todo, hacia la capacidad de autogobierno.

De la parte de León hacia el oriente nunca se ha entendido al Bierzo. Nunca se han tendido puentes de colaboración para conformar una única imagen y una sola voz. Los alcaldes de la capital leonesa nunca han tendido la mano a los alcaldes de Ponferrada, ni aun cuando,  como ahora es el caso, han sido del mismo color político. León y El Bierzo han vivido y viven dos realidades, dos mundos paralelos, separados por el Manzanal, los Pirineos políticos leoneses.

La otra lectura política de la cumbre tripartita de ayer en Ponferrada es la división del PSOE provincial en dos realidades contrapuestas. Por un lado, el alcalde de la capital y adalid del socialleonesismo segregacionista; y por el otro, el aparato provincial, en este caso visualizado en el presidente de la Diputación y alcalde del pueblo berciano de Camponaraya, que no se pierde un acto de Mañueco en la provincia; el alcalde de Ponferrada, y el presidente del Consejo Comarcal. Los tres bercianos y pragmáticos. Es decir prefieren dinero en mano, hechos y compromisos formales y escritos a utopías o laboriosas estrategias legalistas a desarrollar durante años y de muy difícil consecución.

Para satisfacción de la Junta, el resultado es una provincia rota en dos mitades contrapuestas e irreconciliables y un PSOE leonés –ahora mismo hegemónico en la provincia- -devorado por sus propias contradicciones.

 

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