De León a Perú para ayudar a los más necesitados

Un anestesista leonés participa en la iniciativa de la Sociedad Española de Cirugía Estética, Reparadora y Estética para intervenir a niños sin recursos en Perú
El anestesista participa en un proyecto solidario para intervenir a niños sin recursos (ICAL)

Elena F. Gordón / ICAL En pie a las siete de la mañana y apenas tres cuartos de hora después, ya operativos. Sesión continua con una breve parada para comer y vuelta a la tarea hasta las ocho o las nueve… Jornadas de trabajo de hasta 12 horas diarias, conforman la rutina que siguió, durante 15 intensos días, el equipo médico que de la mano de la Sociedad Española de Cirugía Estética, Reparadora y Estética llevó a cabo recientemente medio centenar de intervenciones quirúrgicas a niños sin recursos de Perú. El anestesista del grupo es el leonés Juan Carlos Sánchez, que ejerce en la Clínica San Francisco de la capital.

Chiclayo, que con medio millón de habitantes es la cuarta ciudad más grande de Perú, acoge el Hogar Clínica en el que se desarrolla una vez al año esta actividad solidaria, a la que en esta ocasión se sumó el médico leonés, quien junto a sus colegas sanitarios se desplazó a más de 9.000 kilómetros de distancia de su casa para participar en esta acción altruista.

La campaña forma parte de la iniciativa ‘Soy Capaz de… por tu Sonrisa’, una propuesta que busca superar retos solidarios y recaudar donativos para llevar a cabo operaciones, consultas y terapias a niños de familias necesitadas. Malformaciones como labio leporino, paladar hendido, sindactilia (dedos pegados en manos o pies), polidactilia y cirugías reconstructivas de quemaduras de distinta gravedad son los principales casos que se tratan en estos programas a beneficio de los más necesitados de la región nororiental del país. En total, más de un millar de personas se han visto ya beneficiadas por ellos.

Tres cirujanos plásticos (Jesús Barón, Diego Luis Carrillo y Lourdes Cosío), dos enfermeras (Mercedes Messa y Lidia García) y el anestesista de la Clínica San Francisco se trasladaron al país andino para pasar consulta e intervenir a estos pequeños -también se atendió a algún adulto- en colaboración con la ONGD Juan Ciudad. El centro sanitario que acoge las operaciones, que a los pacientes no les cuestan nada, la Clínica San Juan de Dios, ofrece también de forma gratuita los servicios de farmacia, hospitalización y laboratorio.

Motivos de salud obligaron a dos de los cirujanos -el afectado y su esposa- a volver a España a los pocos días, lo que dejó muy mermado el equipo pero no las ganas de sacar adelante el mayor número de casos posible. Juan Carlos visitaba a primera hora a los pacientes en sus habitaciones para comprobar posibles incidencias antes de entrar al quirófano, donde las intervenciones cambiaban para siempre su vida.

Para el anestesista leonés, novato en esta experiencia que no duda en calificar como muy intensa, la vivencia ha supuesto un enriquecimiento profesional y personal. “Te reencuentras con la profesión, ves que todavía puedes hacer cosas diferentes, que con poco se puede hacer mucho y ayudar a gente que realmente lo necesita. Ayudas a la gente y te llena; realmente te sientes médico”, resume. Lo más gratificante, añade, estas semanas de actividad en un entorno y una  realidad muy distintos a los habituales son, por ejemplo, las caras y palabras de agradecimiento de los padres de los pequeños.

Considera que con este viaje de trabajo solidario ha aprobado una asignatura que tenía pendiente y aunque ve complicado poder repetir, recomienda sin dudarlo a otros profesionales que den el paso y  prueben. “Te enfrentas a otro tipo de vida, no vas precisamente a hacer turismo…Compruebas que lo que tú ves normal en el día a día, como un antibiótico, si no tienes dinero para pagarlo, no cuentas con ello”, pone como ejemplo.

El balance de su estancia en Perú es más que positivo. “Operamos a todos los pacientes que nos llegaron”, comenta, y entre todos cita alguno que le quedó grabado para siempre en la memoria. Así, nombra a un niño que llegó de la selva con sus abuelos, después de 28 horas de viaje en autobús, y que tenía labio leporino igual que Manuela, una pequeña “monísima”, o un bebé con síndrome de craneosinostosis (que provoca un crecimiento anormal del cráneo) y sindactilia… pacientes que han dejado huella en él. “Son casos que te llegan mucho, de gente con muchas dificultades y la sanidad peruana no cubre las malformaciones congénitas”, explica.

La gente a la que atienden, recalca, es muy agradecida. Y es que para ellos, pasar por ese quirófano implica en muchos casos resolver un problema de salud y también de integración. “Hay niños con los que otros no quieren jugar porque tienen los dedos juntos… otros ya no son feos después de la operación. Solucionas cosas y se podrían hacer todavía más”, comenta. El gesto de Juan Carlos lo protagonizan también en distintos lugares del mundo otros profesionales de la Medicina que, quizá como él, piensan que “te das cuenta de que es ahora o nunca; de que si no lo haces tú, no lo hace nadie”.

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