Hace escasos días la Junta Vecinal de mi pueblo; me pidió que realizase un pequeño trabajo topográfico consistente en hallar la diferencia de nivel, (cotas) entre la llamada Fuente del Concejo y punto de cruce de un pequeño arroyo de agua con el camino llamado de La Silva. La idea era comprobar si el agua desde el punto del camino citado puede ir “por su peso”, hasta La Fuente del Concejo. Dicho de otro modo llevar el agua de El Valle a la Fuente del Concejo. Es una vieja idea que hace ya muchos años se planteó por iniciativa de un vecino del pueblo, el Sr. José Manuel Reguero Prieto, que siempre estuvo muy ocupado en los asuntos de la política local. Yo hice ya entonces la nivelación (aún conservo el apunte, que ahora no tengo a mano) y ya entonces comprobé; creo recordar, que ello no es posible. Ahora de nuevo lo he comprobado. Por tanto para que el agua por gravedad pueda ir del paraje de El Valle a la fuente citada habría que hacer una captación de la misma a cotas más altas que el punto de cruce del camino y ello entraña una serie de inconvenientes que hacen la idea poco viable.
No obstante todo esto me sirve de excusa para hacer un pequeño informe al respecto (en ello estoy) en el que aprovecharé para hablar un poco de dos tipos Henry Darcy (francés) y Daniel Bernouilli (suizo) que vivieron hace ya tiempo, (siglos XVIII y XIX) lejos de mi pueblo y que sin embargo aportaron a la Ciencia, una serie de conocimientos que aún hoy día son de gran utilidad para abordar problemas de la vida cotidiana como buscar agua para regar las huertas.
En los pueblos hoy día aún quedan muchas personas que dada la dura vida que les tocó vivir, (los años de la Posguerra Civil española), no tuvieron la oportunidad de ir mucho ni siquiera a la escuela del pueblo. Por ello y comprensiblemente al abordar problemas como el que ahora estoy citando suelen acudir a lo que el tío Fulano o el tío Mengano, siempre antiguos vecinos del pueblo, decían. En mi pueblo se dice el “ti Fulano o el ti Mengano”; pero hoy día es preciso actualizarse. Muchos alcaldes han tenido la suerte de poder ir a la Universidad (en concreto el Pedáneo de mi pueblo es ingeniero) y por ello las enseñanzas que hay que seguir son las de tipos conocidos a nivel mundial por sus importantes descubrimientos.
HENRY DARCY
Para la captación de agua y en concreto agua subterránea las enseñanzas de Darcy son esenciales y contradicen abiertamente las viejas ideas que aún se escuchan en esas animadas charlas de los bares de los pueblos. El caudal de agua que circula por esos diminutos arroyos de muchos valles, como el de mi pueblo no surge toda ella en un punto concreto, si no que es el resultado de la convergencia en el fondo del valle y en diversos puntos del recorrido del arroyo de múltiples corrientes de agua subterránea que siguen trazados muy diversos y que varían en cuanto a su caudal según la época del año. El movimiento del agua subterránea es en general muy pequeño, casi inapreciable y es muy difuso. Diminutas partículas de agua siguiendo caminos muy tortuosos a menudo y moviéndose muy, muy, lentamente van apareciendo en la superficie donde si se ve un caudal más o menos evidente y que, en este caso si lleva una velocidad alta; mucho más alta que el agua en el subsuelo. En realidad el agua subterránea está empapando el subsuelo ocupando los diminutos huecos que hay en el mismo. Digo diminutos porque muy a menudo son tan pequeños que a simple vista ni siquiera se ve el agua o se ve con dificultad.
Si en un terreno que esté más o menos empapado en agua (como el paraje conocido como El Valle en mi pueblo);hacemos una excavación lo que ocurrirá es que el agua fluirá con suma facilidad a esa excavación desde diversas zonas situadas todo alrededor de la misma y en un tiempo más o menos largo (depende de la época del año);la excavación almacenará un cierto volumen de agua. Una excavación actúa pues como “un imán” que literalmente atrae el agua del entorno hacia el hueco formado. Provoca realmente una alteración de las múltiples líneas de corriente de agua subterránea que había antes de hacerse ese hueco y sólo en el momento en que el nivel del agua en la excavación se equipara con el que el agua alcanza en los diminutos poros del terreno; cesa el flujo de agua al hueco creado. La zona de atracción o influencia en la que la excavación chupa literalmente el agua subterránea, tiene forma de un embudo en cuya parte inferior se halla lógicamente el fondo de la excavación.
Si inmediatamente después del cese del flujo, extraemos el agua acumulada (bombeándola por ejemplo) de nuevo aparece el flujo de agua hacia la misma. De este modo en esa zona podemos obtener unos caudales de agua, muy superiores a los logrados sencillamente captando el agua que sin excavación alguna circula por el fondo del valle o vaguada.
Para hacer un cálculo de los caudales de agua que se pueden obtener es esencial conocer matemáticamente algunas características hidrogeológicas del terreno, como por ejemplo la permeabilidad del mismo o los niveles de agua en el subsuelo (se pueden conocer mediante sondeos o mirando los pozos excavados en la zona) y por supuesto partiendo siempre de la conocida como ley (física) de Darcy que es la clave para el cálculo de caudales que cabe esperar de una zanja o excavación realizada en un terreno. También lógicamente hay que saber las características de la zanja (sus dimensiones). En definitiva es preciso hacer un pequeño estudio hidrogeológico; que en esencia consiste como siempre en esos casos en medir parámetros y después calcular.
DANIEL BERNOUILLI
En este asunto de mi pueblo y aún suponiendo que se hiciese esta excavación habría que considerar posteriormente el problema del traslado del agua desde El Valle a la Fuente del Concejo. La distancia es de 110 metros; pero si se instala una tubería siguiendo el nivel del terreno esta primero descendería; luego debería ascender y finalmente volver a bajar. Si la diferencia de altura (cotas) entre el punto de captación no es la correcta; las pérdidas de carga hidráulica impedirían la circulación del agua o esta se efectuaría sólo a “tirones”. Otra cuestión que asimismo hay que tener en cuenta; es elegir entre un trazado con pendiente uniforme o por el contrario un trazado adaptado al terreno.
En cualquier caso son las enseñanzas de Bernouilli ,las que necesitaríamos tener en cuenta. El agua al moverse experimenta una serie de rozamientos contra las paredes de la conducción (aunque parezca extraño) y si estas son importantes el agua dejaría de fluir. Claro que al ocurrir esto ya no habría tales pérdidas; pero en el momento de nuevo se moviese volverían las pérdidas citadas. En definitiva que el agua no podría fluir de modo correcto.
Como al final creo que nada se piensa hacer; no es necesario acudir ni a Darcy; ni a Bernouilli; para buscar el agua con la que regar las huertas; pero lo que si está claro es que son las enseñanzas de esto tipos (y otros mas);las que en su caso hemos de tener en cuenta y no las opiniones más o menos curiosas de vecinos que con la mejor voluntad del mundo hablan;pero no siempre de modo correcto. Así pues en el bar, entre café y copa; en vez de tener en cuenta la opinión del ti Fulano ó del ti Mengano; hay que citar a Darcy y a Bernouilli. Adjunto un gráfico (imagen Google) de la zona citada en este artículo.
Bembibre 5 de mayo de 2.017
Rogelio Meléndez Tercero