El 1 de noviembre es un día para recordar a los que ya no están. Tiempo de cementerio, de misa y sermón. De Todos los Santos. Y a pesar de que es una de las tradiciones religiosas que mantiene más arraigo en la actualidad, lo cierto es que cada año el paganismo va ganando terreno. Sí, Halloween nos invade.
Cómo no nos va a invadir si somos españoles. Que nos gusta más la fiesta que a un tonto un lápiz. Prácticamente la globalización nos está obligando a celebrarlo. El consumismo nos incita a gastarnos el dinero en disfraces de calabazas, gatos negros, brujas y esqueletos. Porque para Carnaval todavía faltan meses y con un sólo día al año no nos llega. Y, por si fuera poco, al día siguiente es festivo nacional.
¿Qué nos sorprende tanto? Hicimos lo mismo con Papá Noel y el árbol de Navidad, San Patricio de Irlanda, el Oktoberfest de Alemania, Holi de la India… Somos un país lleno de ciudadanos tolerantes y empáticos capaces de adaptar sus hábitos festivos a los del resto del mundo. Tenemos dos periodos de rebajas, como no eran suficiente implantamos el BlackFriday, sonreímos en el Yellow Day y nos llevan los demonios en el Blue Monday. Pues prepara las maletas que el día de difuntos es jueves y no hay mejor plan que hacer puente, pero cuidado que está previsto que se multiplique el número de fantasmas.