Cuernos

 

Hace ahora cuarenta años, abrí una cuenta  en Caja España.  Comenzaba a trabajar de profesor en un instituto y era preceptivo tener una cuenta para percibir la nómina mensual.

Desde entonces, le he sido fiel. He cobrado siempre mis nóminas –ahora, la pensión–  a través de  Caja de Ahorros y Monte de  Piedad   de León, Caja España, Caja España Duero y ahora Banco CEISS. Mis recibos están domiciliados en  esta entidad. Mis tarjetas están, lógicamente, vinculadas a alguna de mis cuentas en Caja España.

En  resumen, una pareja estable. Es verdad que ha habido algunos sobresaltos en nuestra relación, como cuando devolvieron algún recibo, con lo que eso conlleva, cuando colaron a personas allegadas a mí algunas preferentes, cuando  se negaron a eliminar la cláusula suelo de mi hipoteca, a pesar de las sentencias  judiciales…

Ninguna de esas pequeñas desavenencias debilitó nuestro vínculo. Nuestro idilio siguió siendo envidia de todos.

Ahora, aparecen algunos nubarrrones porque nos vamos enterando de ciertas cosas. No de los sueldos que cobran los directivos, que es algo clasificado como secreto  de estado; no de los seguros de despido que parece ser que pagamos los clientes, ni de los blindajes millonarios de sueldos y puestos de trabajo.

Se trata de algo mucho más inocente que hoy sacó a la luz un medio de comunicación: El presidente, los vicepresidentes y los altos directivos  de Caja España, lo mismo que otros directivos de otras Cajas, usaron tarjetas de libre disposición.

¿Para qué sirven esas tarjetas? Para todo. Desde comprar unos zapatos hasta pagar unas copas en un puticlub. Los de Bankia gastaron 15,5 millones de euros en unas cosas y otras –espero que no en copas– por lo que están siendo investigados. Alguno, Rodrigo Rato, devolvió 200.000 euros.

¿Quiénes y cuánto gastaron con cargo a esas tarjetas en Caja España?   Ni se  sabe, de momento. Pero se sabrá.

Y muchos de los que sostienen a la entidad con sus ahorros, otros que  lo están pasando mal en estos momentos, los que hemos sido fieles toda la vida a la entidad, sabremos que Fulano y Mengano, altos cargos de Caja España, tienen una tarjeta de esas que sirven para todo y no hay que dar cuenta a nadie.

Y yo, que no tolero eso de los puticlubs, he tomado una decisión: Voy a poner los cuernos a Caja España.

¿Con quién?

¡Buena pregunta!

 

 

 

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