juicio por el crimen de Isabel Carrasco

Cuatro mujeres y cinco hombres sin piedad

Ahora mismo, en una sala de la Audiencia Provincial de León están reunidos y aislados, bajo siete llaves y sin conexión con el exterior, las nueve personas que componen el Jurado y que han deliberar y dictaminar sobre la culpabilidad o no de las acusadas
Llegada del jurado a la Audiencia Provincial de León

En los recordados espacios de teatro televisado “Estudio 1” de Televisión Española de los años setenta, cuando la tele, al igual que el país, era en blanco y negro, se emitió un capítulo titulado “Doce hombres sin piedad”, quizás de uno de los espacios teatrales más recordados con el paso de los años porque sobrecogió a la audiencia y, además, porque no había nada más que ese canal, si exceptuamos el muy limitado de la UHF.

En esa obra de teatro, estrenada para la televisión de Estados Unidos en 1957, un jurado, compuesto por doce hombres, todos blancos y sin ninguna mujer, lo que da una idea de la mentalidad de la época, tienen que deliberar sobra la culpabilidad o no de un joven acusado de matar a su padre. Lo que parece obvio y una reunión de mera rutina para alcanzar la unanimidad de culpabilidad se convierte en un intenso y brusco debate, en el que, al final, se impone el criterio de la duda razonable y el veredicto de no culpable.

Ahora mismo, en una sala de la Audiencia Provincial de León están reunidos y aislados, bajo siete llaves y sin conexión con el exterior, las nueve personas, cinco hombres y cuatro mujeres, que componen el Jurado que han deliberar y dictaminar sobre la culpabilidad o no de Monserrat González, asesina confesa el 12 de mayo de 2014 de la presidenta de la Diputación Provincial y del PP provincial, Isabel Carrasco; su hija Triana Martínez; y Raquel Gago, policía local.

El presidente del Tribunal, el juez Carlos Álvarez, ha expuesto esta mañana con absoluta claridad y grandes dosis didácticas las instrucciones al Jurado para una eficaz deliberación. Al mismo tiempo ha entregado a cada miembro del Jurado un dossier con las 84 preguntas o, mejor dicho, cuestiones sobre los hechos en los que se han de basar su última decisión. Cada una de estas preguntas deberá ser razonada y, al final, votada sobre si es favorable o no a las acusadas. Para una respuesta favorable a las acusadas en cada una de estas preguntas se requieren 5 votos del Jurado; para las desfavorables, son necesarios 7 votos.

Tras haber decidido sobre la veracidad o no de los 84 hechos deliberados, el Jurado deberá concluir con una última decisión de culpabilidad o no culpabilidad. Las mayorías son las mismas: 7 votos para la culpabilidad y cinco, para la no culpabilidad.

Tres son los delitos por los que se juzgan a las acusadas y sobre los que el Jurado debe decidir la culpabilidad o no culpabilidad y los grados: Asesinato o muerte con alevosía de Isabel Carrasco; atentado, ya que la víctima era presidenta de la Diputación; y tenencia ilícita de armas, el revólver y arma del crimen y una pistola hallada en la casa de Triana, ambas con los números de registro borrados.

Como bien explicó el juez, el Jurado ha de estudiar las posibles agravantes, eximentes y atenuantes de cada una de las acusadas, entre ellas sus estados psiquiátricos, actuar con un disfraz, la reparación del daño al pagar las indemnizaciones a la familia de la víctima o la entrega del arma de forma voluntaria. Si el Jurado considera unas u otras razones, la pena definitiva puede varias entre los 22 años hasta la libre absolución.

De ahí la importancia, como en la obra de teatro de “Doce hombres sin piedad” de la existencia o no de dudas razonables. En este sentido y en el caso de Monserrat, los hechos y las pruebas son tozudos. Ella misma se ha confesado autora y sin ningún tipo de arrepentimiento. Sólo la duda razonable sobre su estado psiquiátrico puede rebajarle la pena. Pero, sin duda, será la que cargue con la mayor responsabilidad de este crimen.

Más difícil lo va a tener el Jurado a la hora de probar hechos concretos sobre la implicación de Triana y, sobre todo, de Raquel. Tanto es así, que tanto el fiscal como las acusaciones han propuesto al Jurado tres alternativas de culpabilidad: 1) Las tres estaban confabuladas para seguir y asesinar a Isabel Carrasco, por lo que piden la pena máxima para las tres, es decir 22 años; 2) Máxima responsabilidad para Monserrat, pero considerando a Triana y a Raquel cómplices necesarios y con una petición de 12 años para ellas dos; y 3) sólo para Raquel, a la que se consideraría meramente encubridora el arma del crimen, lo que conllevaría una pena de 3 años.

Es decir, con este abanico de alternativas, las partes acusadoras vendrían a reconocer que no hay suficientes hechos probados para mantener el grado de acusaciones por igual a las tres encausadas. La deliberación del Jurado comienza, pues, como una duda más que razonable planteada ya por las acusaciones. Algo que no es baladí.

Las nueve personas que componen el Jurado parecen, por lo visto y compartido durante un mes de juicio, personas de la calle normales. No se conocen sus perfiles profesionales e intelectuales, pero el ciudadano medio de León podría muy bien reflejarse en estas cuatro mujeres y cinco hombres.

El juez presidente del Tribunal hizo ayer hincapié en algo fundamental para el Jurado: que actúen con independencia, responsabilidad y ajustados a la Ley y, sobre todo, que no tengan miedo y que decidan en conciencia a la hora de declarar la culpabilidad o no de las acusadas. Asimismo, fue tajante al concretar que la decisión de culpabilidad debe estar alejada de toda duda razonable. Es decir, que, por encima de todo, prevalece el principio de inocencia y lo hechos que van a examinar deben probar la culpabilidad de las acusadas, nunca su inocencia; y que, finalmente, en caso de duda razonable, la decisión debe ser siempre a favor de las acusadas.

Se cierra a cal y canto la sala de las deliberaciones. Se aísla el hotel en el que los miembros descansarán de sus agoradoras y largas sesiones de reflexión y debata. Y todo León se sobrecoge a la espera de un veredicto para el juicio más mediático y morboso que se haya celebrado nunca en la provincia. Por eso, la inmensa mayoría de los ciudadanos aún se felicitan de no haber sido elegidos miembros del Jurado en este juicio. No lo va a tener fácil el Jurado y decidan lo que decidan sus miembros serán cuestionados. Eso sí, estas nueve personas son un ejemplo de compromiso, valentía, coraje, decisión y responsabilidad. Precisamente lo que la sociedad española necesita en estos momentos.

 

Print Friendly, PDF & Email