Crónica de una muerte cierta

Hace años ya, daba el salto a la política nacional un partido que venía con la aspiración de regenerar la política. Su potencial era erigirse en árbitro del bien y el mal, pudiendo pactar a izquierda y derecha según hiciera falta para conseguir levantar alfombras en las instituciones y así destapar la corrupción que se extendía impunemente por todas partes. Este era el discurso oficial con el que Ciudadanos encandiló a muchos votantes

 

Los hechos demostraron otra cosa bien diferente. En consecuencia, una gran mayoría de votantes y militantes decidieron dar la espalda a la formación naranja desorientados con tanto ir y venir, avergonzados con las trampas de sus propios procesos internos y ofendidos con traiciones tan evidentes como la perpetrada en Castilla y León. Pero la sangría no para. Ciudadanos llega a su fin entre estertores sonrojantes. Lamentablemente, todavía nos queda por ver lo peor. Según se acerca el final, asistiremos a situaciones cada vez más humillantes y más agónicas para los miembros de la formación. Su esfuerzo por disfrazarlos de dignos sacrificios al servicio de España es aniquilado por la tozudez de su errática trayectoria

 

Ejemplo reciente: Gemma Villarroel, portavoz de Ciudadanos en el ayuntamiento de León y en la Diputación, defiende la actuación de su partido en Andalucía al conseguir erradicar décadas de corrupción, mientras no dice ni “mú” respecto a la corrupción del PP en Castilla y León. Una corrupción que sienta a ex altos cargos de la Junta en el banquillo, acusados de los peores delitos que se pueden cometer cuando estás en una institución: prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, extorsión, blanqueo de capitales, mordidas millonarias…

 

Y junto a esta corrupción que buscaba enriquecer a unos pocos, vuelve a aparecer la corrupción utilizada para alcanzar y perpetuarse en el poder con la reactivación de las sospechas del proceso de primarias que enfrentó a Mañueco y a Silván para hacerse con la presidencia del partido y garantizarse así la candidatura a la presidencia de la Junta

 

¿No es sonrojante que el propio Igea que tuvo que defenderse del pucherazo en sus primarias contra Silvia Clemente,  sostenga ahora a un Presidente que ha podido alcanzar su cargo con las mismas artimañas? ¿No es humillante venir de adalid de la regeneración y mantener al frente del gobierno autonómico al que, mientras la corrupción campaba a sus anchas por Castilla y León, era Consejero de Presidencia y de Justicia e Interior además de Presidente de la Comisión de Garantías del PP?

 

Se aferran, cual náufrago azotado por las olas, al salvavidas de que un solo voto suyo valga un gobierno. Pero para eso hay que llegar vivo a la institución y no sé si a Ciudadanos le queda energía e inteligencia para sortear esta deriva que les conduce amargamente a una muerte cierta

Print Friendly, PDF & Email