La imagen del presidente de Coalición por el Bierzo, Pedro Muñoz, esposado y yendo con personal de la Guardia Civil y del Juzgado donde se lleva el caso de sus presuntos malos tratos e intento de homicidio de su mujer, primero en el despacho de abogada de su mujer y más tarde en la casa del pantano en la localidad de Toreno donde supuestamente sucedieron los hechos ha provocado más expectación y el interés mediático en la zona.
Pero haciendo una lectura más allá de la frívola realidad de un presunto maltrato en un matrimonio entre políticos, subyace el fin del liderazgo de un hombre, Pedro Muñoz, en el movimiento social y político del bercianismo. Ya de por sí muy dividido con su histórico fundador aún metido en harinas políticas y con dos concejales en el consistorio ponferradino. En este caso como Partido Regionalista del Bierzo. Al igual que le sucede con la Unión del Pueblo Leonés, UPL, al bercianismo, que aspira a ser provincia, cuando no región, su fragmentación en una sopa de siglas lo aboca a una lenta y amarga desaparición del escenario político si nadie lo remedia. Ambas corrientes políticas separatistas de Castilla y León se presentan divididas en múltiples corrientes y sin un liderazgo claro al que seguir y en torno a él unificar esfuerzos, votos y medios para la liza electoral y alcanzar voz en instituciones importantes, entiéndase el Ayuntamiento de Ponferrada, el Consejo Comarcal del Bierzo, la Diputación provincial o hasta las mismas Cortes de Castilla y León.
Con el lamentable suceso de Pedro Muñoz se acaba una forma de hacer política en torno a un número uno que adaptaba el discurso y la acción de gobierno distinta y específica allí donde fuese. A veces, incluso, como voz proveniente de la UPL y asiento del PP en el Parlamento regional. Muñoz puso el techo alto llegando a desempeñar también el acta de diputado provincial en el Palacio de los Guzmanes de León. Algo que a no ser que cambien mucho las cosas no se volverá a lograr por mucho tiempo. Es más, una encuesta de un medio gallego se hacía eco del deseo de la mayoría de los bercianos por integrarse como quinta provincia en Galicia. Debe ser que algo de «cariño» necesita dar la Junta a este rincón de la Comunidad.
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