Vanesa Lastra El Consejo Escolar de Castilla y León recomienda que los tutores sean los que coordinen los deberes de los alumnos de su grupo estableciendo una fórmula común para cada nivel educativo y que su planificación se conozca a principios de curso. Así lo recoge el borrador del informe ‘Oportunidades de los deberes escolares. Pautas y orientaciones’, que la Consejería de Educación encargó a este órgano para conocer la idoneidad de las tareas en casa.
De este modo, según recoge el citado borrador en sus recomendaciones que no tiene carácter de dictamen preceptivo, ni pretende constituirse en “normativo y obligatorio”, plantea varias actuaciones en materia de coordinación del centro para dar respuesta a la polémica suscitada con la idoneidad o no de los deberes escolares y después de que la Consejería de Educación encargara a este órgano el citado informe.
El borrador sostiene que los deberes deben servir para evaluar la comprensión y el trabajo desarrollado por el alumno y para detectar errores y enmendarlos y cada centro determinará la calificación o no de los deberes y su influencia en la nota de evaluación, si bien, a su juicio, deberá quedar recogido en las programaciones didácticas e informar a las familias.
La cantidad y el tiempo de los deberes dependerá de la edad y la etapa y para “evitar el exceso de tareas” es fundamental, para el Consejo Escolar, la coordinación del profesorado para disponer del conocimiento del conjunto de deberes. Por eso, el Consejo recomienda que se delegue en el tutor esta función, así como que se acumulen los deberes para “una o varias semanas” en cada asignatura con distribución temporal de manera que el alumno pueda organizarse. Además, apuesta por que se entregue al inicio de curso un dossier de deberes por cada asignatura.
Del mismo modo, considera que existe una tendencia a proponer tareas uniformes y apuesta por adecuarlas en función de las capacidad, ritmos y destrezas del alumno, bien para cada escolar o grupo. En todo caso, sostiene, deben ser tareas “revisadas y evaluadas” por el profesorado atendiendo a la programación didáctica y con comentarios adicionales individuales.
Además, remarca que, tanto el profesorado como el alumnado, “nunca deberán considerar las tareas escolares como un castigo o una penalización con consecuencias negativas” porque, argumenta, su utilización como herramienta disciplinaria “las aleja de su función y objetivo real”.
Familias
También se ocupa el borrador de informe de las orientaciones hacia las familias en torno a este asunto. Así, sostiene que ante las dificultades de algunas familias para ofrecer a sus hijos garantías de “espacio, tiempo y recursos académicos” para realizar los deberes es conveniente, para el Consejo Escolar, “analizar, buscar y proponer alternativas que la administración y los centros pueden proporcionar: aulas abiertas, horas de estudio, bibliotecas, apoyos y refuerzo de profesorado”.
Por ello, apuesta por hacer partícipe al centro de las dificultades que se encuentren para llevar a cabo las tareas y proporcionar sugerencias, orientaciones e indicaciones a los escolares, tutelando y colaborando pero sin suplir ni sustituir al profesorado. El informe propone que se valore especialmente este asunto en Educación Primaria, donde se debe evitar el exceso de tareas escolares repetitivas en materias de contenido más práctico, como puedan ser las matemáticas.
También, anima a que los centros organicen actuaciones dirigidas al alumnado sobre adquisición de técnicas de estudio, utilización del tiempo y concentración en el trabajo, especialmente en los últimos cursos de Educación Primaria para fomentar el trabajo autónomo del alumnado y facilitar la labor de acompañamiento familiar en el estudio.
En todo caso, sostiene, las tareas escolares deben de ser revisadas “en todo caso”. No obstante, añade, la valoración cuantitativa de las mismas, si bien es factible en todas las etapas, debería realizarse especialmente en Secundaria. Por su parte, en etapas postobligatorias se propone que se potencie en mayor medida el tiempo dedicado al estudio, en detrimento del de los deberes.
Análisis
Según explica el borrador, que tendrá que ser aprobado por su Comisión Permanente este martes, se trata del resultado del análisis y consenso explícito de los representantes en el órgano, con el objetivo de elevar a los agentes escolares un conjunto de sugerencias, pautas y orientaciones, que se agotan en sí mismas y que puedan arrojar luz en el entramado de posturas sobre los deberes escolares.
En sus orientaciones generales, el Consejo Escolar de Castilla y León aboga por propiciar la presencia y tratamiento de los deberes escolares en la comunidad educativa, “con análisis, diálogo, valoración y definición, para superar el umbral de las opiniones y tomar las mejores decisiones en los centros”.
También, considera necesario facilitar el acercamiento familia-escuela desde la práctica de los deberes escolares a través de vías abiertas de comunicación que permitan la participación y contribuyan a mejorar las relaciones entre los dos agentes educativos y apuesta por consensuar en el seno de la comunidad educativa la necesidad o ausencia de deberes escolares y los objetivos y beneficios, en su caso, mediante la reflexión sobre el tipo de tarea que se envía para casa o su grado de dificultad, analizando los posibles efectos de las familias, alumnado y profesorado, tanto a nivel académico, como emocional, disciplinario, de apoyo o de recursos.
También, recomienda reflexionar y consensuar de forma general los tiempos escolares (dentro y fuera del aula) y singularmente para el alumnado, atendiendo a sus demandas prioritarias, concretando, en su caso, tiempos máximos de tareas diarias y respetando el tiempo de ocio y juego así como dar reconocimiento y palabra al alumnado a través de su representación estudiantil, singularmente en la Educación Secundaria, para que pueda participar en el análisis y toma de decisiones, en su caso, sobre los deberes escolares con el objetivo de comprender el sentido y la intención de las tareas fuera del aula y para evitar el sentimiento de debilidad y sufrimiento, causado por la posible falta de coordinación entre el profesorado del aula.