Los partidos llamados emergentes, que no son sino una versión populista de aspirantes y rebotados del cuatripartidismo: regionalistas-nacionalistas, centroderecha, izquierda y ultraizquierda; ahora parece que la han tomado con el Consejo Consultivo de Castilla y León. Debe ser que la dieta a la que nos tiene sometidos el ministro Montoro no les parece bastante y, como en la toma de la Bastilla, hay que cortar cabezas, romper y cuestionar todo porque es lo que la fuerza troqueladora efímera impone. A los señores de Ciudadanos y Podemos, muy respetables ellos, se les ha olvidado que el Consejo de Estado tiene delegada la mayoría de sus funciones al Consejo Consultivo. Esto es, que perderíamos parte de unas competencias que ellos proclaman descentralizar y lo que defienden es que vuelvan para Madrid. Quizás, antes de ponerse a efectuar declaraciones rimbombantes ante la prensa y en sesiones plenarias hay que estudiar un poco las cosas.
Hablar de corrección del sistema y defender que todos los diputados regionales tengan dedicación exclusiva es para pensárselo mejor la próxima vez que seamos convocados a las urnas. Al final, lo que proponen ahorrar reduciendo el número de escaños lo aumentan en sueldos, ¿para qué liar las cosas más?
No es de recibo que en la Cuna del Parlamentarismo se nos cuestione el trabajo meticuloso, de los más eficientes a manos de un número de funcionarios, coordinados por expresidentes y algún que otro alto cargo de Castilla y León. Los pueblos más sabios atienen al consejo de mayores por su experiencia, en este caso además defendiendo neutralmente los derechos de todos y cada uno de los habitantes de la Comunidad. Por no hablar de quitarle a la ciudad de Zamora uno de sus más que merecidos emblemas institucionales…