S.Gallo/ ICAL. Hablar en la actualidad de carbón vegetal en un país desarrollado como España induce a pensar casi de manera inevitable en una bolsa comprada en unos grandes almacenes o una estación de servicio. Aunque sus usos son variados, su utilización de forma doméstica está casi limitada a la aplicación en pequeños braseros y también para la elaboración de barbacoas. Pero el origen de este carbón se remonta a mucho tiempo atrás, y aunque olvidada su fabricación de manera generalizada en España, todavía quedan algunos rescoldos de esta práctica.
Es el caso de la localidad de Lagunas de Somoza (León), donde un grupo de vecinos ha querido dejar patente que esta tradición, que constituyó una de las principales ocupaciones de la zona, aún mantiene sus raíces. Es un acto prácticamente simbólico el que han llevado a cabo y con el que se quiere dejar constancia de esta práctica tan habitual en las casas hace no tantos años.
Y así se intuye entre el grupo de personas que colabora en esta tarea, de las que apenas un par ha vivido el trabajo de elaborar el carbón vegetal. Adolfo Turienzo, uno de ellos, es quien, junto con Javier, lleva las riendas del proceso de fabricación de este material combustible, algo que necesita de un proceso minucioso y cuidado.
A su alrededor, mucha gente joven que observa por primera vez el avance del proceso, e incluso algún foráneo llegado desde Escocia, a quien le van traduciendo las explicaciones de lo que se está haciendo en un proceso que se prolonga durante varias semanas y en el que las condiciones climatológicas juegan un papel importante. Las lluvias obligan a posponer la actividad algunas semanas, confiando en la llegada del buen tiempo de la primavera, sobre todo para el primer paso, que es la elaboración de la carbonera.
El proceso se produce por el calentamiento de la madera y residuos vegetales hasta alcanzar temperaturas que oscilan los 400 y los 700 grados centígrados “sin que entre el aire”, puntualiza Turienzo. El primer paso para elaborar el carbón vegetal es disponer de la madera, en troncos grandes, de encina preferiblemente, para proceder a construir la carbonera, el lugar en el que se fabricará el mineral. El motivo del uso de la madera de encina, que es la madera más abundante en los montes de Lagunas de Somoza, es porque es “más dura” y el tronco queda “entero al quemarse”, algo que no ocurre con otro de los árboles del entorno, como el roble, cuya madera se deshace al arder
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Después de casi una mañana de trabajo, la carbonera se presenta en forma circular, más estrecha en la parte superior, donde preside una pequeña boca en forma de chimenea, donde se puede observar, con la ayuda de una escalera, el interior de este recinto. A su alrededor se clavan unas estacas y el espacio entre ambas se cubre con las ramas procedentes de los troncos, que es lo que se denomina ‘gavillas’.
Una vez finalizada esta primera fase, todo ello se cubre con tierra, antes de empezar a llevar la carbonera con brasas calientes y tacos de madera. Dada la alta temperatura, para esto se requiere el llamado ‘rodraco’, un palo largo de madera que facilita la introducción de las brasas. Tan sólo queda tapar la chimenea con una losa y se hacen agujeros a la altura de las ‘gavillas’ para dar respiración al interior de la carbonera y favorecer la elaboración del carbón. Son los llamados ‘botones’. La tradición, y así se hizo también en esta ocasión, apunta a que este proceso tiene que hacerse en días calmados.
Días de espera
Una vez encendida la carbonera, las brasas tienen que arder durante varios días, entre una semana y 15 días habitualmente. En este tiempo, la vigilancia es algo fundamental, para evitar que posibles huecos den paso a grandes cantidades de aire que puedan echar por tierra la fabricación. Con el paso de los días, la carbonera reduce su tamaño y es entonces cuando se pisa para tener una cocción más uniforme.
Con la carbonera ya totalmente quemada, se elimina toda la paja y la tierra que se había utilizado para cubrirla y se procede a enfriar el carbón cubriéndolo con tierra. Se deja así durante varios días y luego comienza la extracción mediante una azada, con cuidado para evitar que la carbonera pueda arder de nuevo al entrar en contacto con el aire. Aquí de nuevo la tierra vuelve a cubrir las zonas en las que se extrae el mineral, para evitar que esto ocurra.
Futuro
En España la comodidad y el declive de actividades como la arriería han acelerado el descenso de la producción, algo que no ha ocurrido en otros países como México, que mantiene niveles importantes de desarrollo de este mineral para su comercialización hacia otros países, como es el caso de Estados Unidos, donde tiene una gran demanda todavía.
Aunque en Lagunas de Somoza era habitual ver a todos los vecinos construyendo sus propias carboneras, en la actualidad es una actividad desaparecida, aunque se estima que podría tener “una salida” para aquellos que quisieran continuar con esta actividad. El principal inconveniente es la falta de gente joven que quiera dedicarse a la producción de carbón vegetal, mayoritariamente utilizado en la actualidad para barbacoas.