Un subinspector que coincidió con Raquel Gago en la Semana Santa de 2014 (abril) señaló que era “introvertida, amable, responsable, disciplinada y de buen trato”. En la intervención en situaciones de alteración del orden graves, dijo, prefiere “trabajar en el otro lado, con testigos o víctimas”. Por eso, declaró que le sorprendió su supuesta implicación en la muerte de Isabel Carrasco, algo que ve “imposible”.
El policía detalló que durante un incidente registrado con una mujer cuyo ex marido apareció a la entrada del colegio del hijo de ambos, Gago optó por quedarse con ella y con el menor. “Llama un poco la atención porque me quedé solo en la trifulca pero ella estaba donde tenía que estar”, dijo.
Gago coincidió también en Semana Santa de 2014 con otro policía que reconoció también su sorpresa por la supuesta participación de la mujer en el asesinato, como le hubiera ocurrido -matizó a preguntas de la acusación- con cualquier otro colega. Ese mismo año patrulló con otro miembro de su grupo que manifestó que “no la veo para nada en situaciones tensas”. El agente relató que en una ocasión “hubo una pequeña tensión, se puso muy nerviosa y se quedó parada” cuando iban a hacer una gestiones con un vehículo con ciudadanos rumanos.
En una intervención en el Mercado de Colón de la capital, donde se produjo un incidente con un vendedor Raquel desapareció, según explicó otro testigo sobre un altercado con tensión y algo de violencia en el que, reconoció, “sí hubiera hecho falta”. “Me sorprendió como policía y también como Raquel”, apuntó sobre la acusación que pesa sobre la mujer y añadió que la considera poco apta para labores en materia de seguridad ciudadana pero sí la ve capacitada para los trabajos de policía de barrio.
Hubo un par de intervenciones en las que se quedó “parada o impasible”, según describió un compañero de la agente. Una reacción que se prolongaba después del incidente, durante hora y pico o dos horas. También afirmó que la habría colocado en el último lugar de una hipotética lista de policías que podrían haberse visto implicados en un acto violento.
Otro agente municipal que patrulló con Raquel Gago en ocasiones rememoró un incidente en una terraza de una cafetería, en la que hicieron caso omiso a las indicaciones que ella dio para retirar las mesas al paso de una procesión. “Era excesivamente reservada y sabía muy poco de su vida personal”, señaló antes de reconocer su sorpresa por la posible participación en los hechos que se juzgan.
Un compañero de Raquel desde hace 17 años, que patrulló en varias ocasiones con ella la definió como “muy amable, muy educada y de trato cordial, posiblemente introvertida”, añadió que nunca tuvo ningún incidente con ella. También patrulló con una colega que sí conocía, al contrario que el resto, que Gago tenía pareja y que coincidió con los otros testimonios en su perplejidad por la posible relación de la agente con el crimen. “Increíble total”, dijo. Esta policía llamó a Raquel al día siguiente de cometerse el asesinato, al conocer su amistad con Triana, para interesarse por su estado de ánimo. “Me dijo que estaba afectada y que no quería hablar en ese momento”, declaró.
Armas
Todos los policías compañeros de Raquel Gago que fueron preguntados sobre el tema, rechazaron un posible interés o afición de la acusada por las armas. La mera pregunta les provocó sonrisas en algún caso y ninguno dudó al referirse a su nula “propensión” al respecto. “Si pudiera optar entre llevarla o no llevarla, seguro que no la llevaba. No la veo yo belicosa. Estoy seguro de que no le gustan”, declaró uno de los testigos. “Es un tema que no la llamaba. Coincidí con ella en las prácticas y no me dio la impresión de que tuviera devoción ni entendiera del tema”, manifestó otro.