Hay prisas y ganas generalizadas para comenzar el nuevo curso político. Quizá el más difícil y complejo de los últimos años. Los efectos del coronavirus han trastocado todos los planes en meses anteriores y ahora toca programar el curso de la reconstrucción. A todos los niveles. La debacle social y económica es mayúscula. Y a la provincia de León le pilla con el pie cambiado y sin hacer los deberes. Comienza septiembre y no se conoce aún nada de los planes y calendarios de la Mesa por el futuro de León, unos planes no solo necesarios sino urgentes. Se supone que el equipo de la coordinadora Humildad Rodríguez ha estado trabajando duro este verano para establecer prioridades e inversiones concretas. Porque ya no se trata de marear la perdiz con análisis y diagnósticos. No, hacen falta terapias. Y rápidas. No deberían tardar mucho en desvelar los documentos en los que se suponen han estado trabajado este verano. Por cierto, ya es hora de conocer quienes componen el equipo de Rodríguez, quien o quienes les paga (quien paga exige), a cuánto ascienden sus honorarios, quién supervisa esos trabajos, con quiénes despachan, con qué otras instituciones se coordinan. Preguntas que deberían ser contestadas ya.
Ayer, a nivel nacional, el presidente se vestía el traje de JF Kennedy (1961) para presentar al país la filosofía del plan de reconstrucción basada en un nuevo estilo, en un llamamiento a la unidad y en un rearme moral y de la autoestima del español medio. Bien, muy bien, ahora deberá pasar de las musas al teatro y concretar las maneras de conseguirlo. No basta con anunciar que la economía española crecerá cada año por encima del 2%, hay que explicar cómo. Y no basta con pedir unidad sino hacer una oferta realista y posibilista al resto de los partidos políticos. Aquel nuevo ideal de Kennedy fue un desastre que encalló en Bahía Cochinos y en la guerra fría. A ver qué ofrece esta semana Sánchez a los Casado, Arrimadas, Iglesias, vascos, catalanes y regionalistas. Esa va a ser la prueba del nueve. Unidad sí, pero en torno a un proyecto serio, riguroso, leal, fiable y transparente.
Y nada más concluir la conferencia del presidente Sánchez en la Casa de América de Madrid, el presidente de la Junta, Mañueco, remitía a todos los medios un vídeo con un mensaje institucional por el que ofrecía al Gobierno central colaboración institucional para frenar el coronavirus, palabras que chocan con las pronunciadas la pasada semana por el vicepresidente Igea, quien no solo puso a caldo al presidente Sánchez sino que utilizó unos términos barriobajeros para insultarle en lo personal. Está claro que Igea es el mamporrero de la Junta, lo que permite a Mañueco jugar a policía bueno.
Y hasta los leonesistas de la UPL movían ficha ayer para presentar en Ponferrada la nueva dirección comarcal del partido en El Bierzo. Destacar de ese acto una declaración obvia y contrastable: Que tiemble Valladolid cuando León y Ponferrada vayan juntos. Y no se trata precisamente de montar bulla con el irredento y victimista leonesismo sino de construir un auténtico eje de colaboración entre ambas partes de la provincia.
Como el PSOE leonés es un partido guerracivilista y cainita, los alcaldes de León y Ponferrada, con el presidente de la Diputación como convidado de piedra, no se ponen de acuerdo en algo obvio como es la necesidad de hacer realidad ese eje de poder, reivindicativo y de coordinación de acciones. El Manzanal sigue siendo una frontera no geográfica sino mental basada en el desconocimiento mutuo y en la falta de voluntad para superar viejos tópicos. Otra asignatura eternamente pendiente para todos los inicios de curso en esta provincia