Colegios gueto

Fernando Rey, consejero de Educación, ha manifestado que va a actuar inmediatamente ante los casos de colegios guetos existentes en la Comunidad. Estas declaraciones las realizaba con motivo del incómodo problema, ya crónico, del Colegio La Puebla de Ponferrada, que no es sino un ejemplo de la docena de centros escolares donde se dan estas circunstancias, digamos, especiales.

La Puebla es el nombre de un populoso barrio de la capital berciana, si bien a las afueras de las zonas urbanizadas, esto es, del casco urbano, se levanta un asentamiento gitano que cuenta con dos características típicas: tener el río Sil en frente y alejado de las vías urbanas cotidianas. Lo que fueron barracones son ahora un conjunto de casas con luz, agua y saneamiento. En unos 300 a 500 metros a la redonda no hay otra cosa que campo y algún resto de actividad humana.

Prácticamente es cruzar el río y uno se topa con el colegio en cuestión, por lo que los chavales tienen toda la facilidad del mundo para asistir a las clases. El transporte aquí no es un impedimento.
¿Pero qué sucede para llegar a ser tildado de centro gueto? Sencillo, tan solo 25 alumnos asisten a las clases. Un colegio mínimo donde sobra espacio por todos lados. Se diría que la sociedad en general permite un lujo manteniendo un centro con tan poca matriculación abierto, teniendo otros relativamente cerca.

Sin embargo, me cuentan personal del profesorado, el absentismo, el abandono escolar y la falta de motivación que reina en esas aulas hace que, de haber algún alumno con capacidades y brillantes, que los hay, no solo tienen que sortear las dificultades propias de cualquier esfuerzo académico, sino también de un ambiente que invita a todo lo contrario. Además, los vecinos del barrio, si son «payos», no matriculan a sus hijos allí. Urgen soluciones docentes y no solo políticas.

Para ABC

Print Friendly, PDF & Email