Entre marzo y abril de cualquier año el diseñador leonés Santiago García Didesant está inmerso en una intensa labor, con diversos compromisos profesionales para atender la demanda de prendas de ceremonia -trajes de novia de madrina y otros- o preparando su participación en alguna destacada cita de la moda en su taller de Carrizo de la Ribera, pero en este insólito 2020 la realidad es otra.
El coronavirus se ha hecho protagonista absoluto de la realidad y el ámbito en el que él se mueve no es la excepción. Con 33 años de trayectoria en el mundo de la moda y cerca de 80 colecciones presentadas, Santiago nunca imaginó formar parte de una iniciativa solidaria puesta en marcha por diseñadores de toda Castilla y León para “echar una mano, cada uno desde su provincia” en la lucha contra el Covid-19.
Él se sumó a esa corriente altruista, cuajada al amparo de las nuevas tecnologías, y pensada para preparar prendas de protección destinadas a personal sanitario en primera instancia y a trabajadores de centros de especial incidencia del virus, como las residencias de mayores. Comenzó a dar forma a un grupo de voluntarios que ya superan el medio centenar de personas y cuya implicación y dedicación a la causa ha permitido hacer llegar ya más de 5.000 mascarillas a sus destinatarios.
Vecinos de localidades cercanas como Villanueva, La Milla y Armellada integran este batallón solidario que cuenta con las donaciones de material de negocios del entorno, como restaurantes y mercerías, y la coordinación del Ayuntamiento de Carrizo, que ayudan en lo que puede y asume la recogida y entrega de las prendas, distribuidas a distintos puntos, después de atender el primer requerimiento, llegado del centro de salud de Benavides de Órbigo.
Los mandiles, de los que hicieron menos, sustituyeron a las mascarillas en las casas -en su caso el taller- en las que medio centenar de mujeres (solamente tres hombres, incluido él forman parte de esta improvisada plantilla, y los otros dos lo hacen en tareas ajenas a la costura) se afanan por completar el mayor número posible de esos elementos tan necesarios. Más de 600 batas se suman ya a la producción de esta indeseada ‘Colección Covid-19’ que seguirá creciendo en función de la demanda. Por ejemplo, con los materiales de los que disponen también podrían fabricar calzas.
Santiago se muestra orgulloso de lo conseguido. “No siendo profesionales, es el mejor material del mercado. Tienen el mismo tacto y las hacemos un poco más grandes, para que cubran perfectamente la cara”, dice sobre las mascarillas con las que estrenaron la actividad del grupo.
“Lo mismo que hacemos nosotros lo empezaron a hacer en La Bañeza, en Santa Marina del Rey, en Cimanes del Tejar… les hemos pasado fotos, el patrón e incluso vídeos”, detalla. “En La Bañeza con los carnavales y en Hospital de Órbigo con las justas medievales mucha gente sabe coser y prepara los disfraces”, subraya como ventaja a la hora de lograr adhesiones a la causa. “Quiero dar las gracias a todas las empresas colaboradoras. Aquí todos son entusiastas, somos mucha gente que ni nos conocemos”, recalca.
Santiago García Didesant trabajaba en las piezas de la colección de verano que iba a llevar a una Feria de Barcelona cuando el coronavirus irrumpió en un final de invierno que no se olvidará. Ahora, como muchos, aporta su trabajo y su solidaridad a una lucha sin precedentes.
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