Si por casualidad alguno de ustedes sigue esta sección, lo dicho a continuación les sonará a ya dicho, mejor, escrito aquí. Ciudadanos venía a resultar por muchos aspectos lo que el Centro Democrático y Social (CDS) fue hace 20 años aproximadamente. En España tenemos dos partidos grandes, relativamente estables y con una estructura e implantación consolidada en 40 años de democracia. El PSOE y el PP representan, valgan las diferencias, a los republicanos y demócratas de Estados Unidos o los conservadores y laboristas de Gran Bretaña. Porque está demostrado que la bipolaridad es lo natural y resulta lo más estable para avanzar en los destinos de los países. Ello no implica terminar con otras opciones o que no pueda existir pluralidad.
Pero ahí la Ley Electoral tiene que corregirse para que en una segunda vuelta se escoja, se despejen todas aquellas terceras y cuartas fuerzas que complican la aritmética para alcanzar acuerdos estables y líderes indiscutidos gubernamentales al menos por cuatro años.
En el terreno ideológico, la bipolaridad izquierda y derecha, pasando por el tamiz de la democracia, se tornaron centro izquierda y centro derecha, dejando el espacio del centro como un limbo en el que sin existir, en realidad se encuentra ya ocupado. Ahí el error del CDS y de Ciudadanos o de la Operación Reformista de Roca. Todas aspiraron a hacerse sitio entre los dos grandes y todas fracasaron estrepitosamente. En Castilla y León, aún Arrimadas es del agrado de mucha gente, Ciudadanos se lo tiene que mirar porque todo apunta a que se va a realizar un trasvase a las filas del PP en una o dos legislaturas en las que se produzca, con toda seguridad, el canto del cisne de la formación naranja.
Luis Aznar, cabeza del CDS de Castilla y León, tuteló a alcaldes y restos del centrismo hacia el PP, y tuvo su larga compensación por ello. Pero aquí no vemos al señor Igea desempeñar el mismo papel por lo mucho que ha golpeado en campaña al PP.
Para ABC