Como cabeza visible de este proyecto político en Astorga asistí ayer sábado 25, en Madrid, a la Convención Municipal de Ciudadanos, con la curiosidad del neófito y la inquietud por comprobar si, después de tantos años defendiendo principios y valores concretos y sencillos, finalmente estaba en el lugar adecuado para contribuir a hacerlos realidad. Desde todos los puntos de España cientos de personas que, como yo, hemos sido elegidos democráticamente para acercar el proyecto de Ciudadanos a los ayuntamientos, fuimos llegando a un Madrid sosegado por el fin de semana, ostensiblemente ajeno a nuestras inquietudes.
Unas cuantas horas después, ya anochecido, regresando a casa bajo la cansina lluvia que me acompaña durante las escasas tres horas de viaje, una sola palabra resume la experiencia vivida: emoción.
Emoción al comprobar que en estos principios y valores no estamos cada uno de nosotros solos en nuestro círculo más reducido sino que, por el contrario, formamos parte de una mayoría impulsada por una fuerza tan poderosa como simple: el sentido común. No somos nosotros quienes queremos regenerar y transformar a España. Es España la que quiere regenerarse y transformarse.
Emoción y estupor al comprobar que haya tenido que ser ese jovencito español y catalán –Albert Rivera– quien haya hecho posible que esa necesidad de regeneración de los españoles se canalice por la única vía posible y deseable en nuestro modelo de sociedad, que es la política y democrática. Y puedo asegurarles que en nuestros aplausos a sus palabras, que eran las nuestras, no anidaba la complacencia sino nuestro agradecimiento como españoles.
Nadie sabe cómo evolucionará todo esto en el futuro. Ni hasta dónde podrá llegar este proyecto de Ciudadanos. Lo que sí pacere claro es que, por algún tiempo, nada será igual en la vida política española.