En el calendario de prácticamente la totalidad de gobiernos locales de España se cumplen los cien días de nuevas corporaciones resultantes de las elecciones de mayo. La costumbre se ha hecho tradición y se suele dar ese periodo de cortesía a los nuevos alcaldes desde los asientos de la oposición para que tomen realmente contacto con todo lo concerniente a la tarea que han desempeñar durante los cuatro años de legislatura. También se suele realizar un balance para los medios de comunicación, que sirve además de pistoletazo de salida para la auténtica liza política. En Astorga, los cien días han dado ya mucho de sí.
En primer lugar, el nuevo Gobierno del Partido Popular, neófito en estas lides en la Bimilenaria, cuenta con mimbres suficientemente experimentados y preparados para desempeñar con cierta calidad profesional y humana la nada fácil tarea de gobernar para todos, incluso para los que no los quieren y hacen todo lo posible para impedírselo. Ahí está la grandeza y el fondo noble de las personas que tienen inquietudes de servicio público. Y en la clase política, a todos los niveles, lo que abunda por desgracia es el servirse de, más que para servir a. En este primer arranque tan solo se han vislumbrado ciertas descoordinaciones y un par de celos personalistas. Nada que no se solucione con algún retoque interno, diálogo y algo de mesura por los protagonistas de la asintonía. Hay quien quiere ver crisis gubernamentales y cosas graves. La opinión es libre y subjetiva. La experiencia demuestra que lo que mal comienza, si no se corrige, con el paso de un año en adelante se hace visible e imposible ya de rectificar. En este sentido el Grupo Popular, por lo que sabemos, tiene la cabeza bien asentada y el alcalde, Arsenio García, ha ejercido de líder perfilando una brizna el motor que impulsa el día a día consistorial.
Del Grupo en sí tenemos que elogiar. Sí, digo elogiar, al concejal de Fiestas, Javier Guzmán. Sin tiempo, sin recursos, sin experiencia y con tremendas fuerzas juveniles se topó con Astures y Romanos, Fiestas de Santa Marta y un montón de actividades estivales más que, salvo la polémica del cartel festivo, ha aprobado con nota. También la concejala de Turismo, Silvia Cobos, sin duda, ocupa un puesto privilegiado en el quehacer diario gubernamental. Un espaldarazo al propio alcalde y a ella, además de toda a Astorga, es la celebración del Día del Turismo de Castilla y León en la ciudad. Algo impensable hace tan solo unos meses por las malas relaciones de la alcaldesa saliente con el resto de administraciones superiores. Saquemos nuestro mejor cara para un fin de semana donde los objetivos y cámaras de las nueve provincias y media van a estar observándonos. Qué mejor respuesta y campaña tras los tristes acontecimientos acaecidos con respecto al Camino de Santiago y la perla maragata de Castrillo de los Polvazares, por ejemplo. Que nadie se lleve a engaño. Decisiones de este tipo, sabemos han llevado un mes de gestiones en la sombra del propio alcalde y cuyo éxito ha querido compartir con la presencia de la concejala de Cultura, Emilia Villanueva o el portavoz del PAL, Pablo Peyuca. Muestra por enésima vez del escaso personalismo y generosidad de nuestro máximo edil. El periodista, que come, toma cafés, dialoga y trata con decenas de alcaldes continuamente sabe del ego a la hora de la fotografía y meritocracia que cursan muchos de la misma especie.
Por citar, no quisiera dejar de mencionar el artificio contable y presupuestario que tuvo que poner en práctica el otro Guzmán, José, a la sazón edil de Hacienda, para que la falta de caudales con los que quedó el Consistorio para el gasto corriente y varias partidas de la segunda mitad del ejercicio pudieran seguir adelante. Sabemos que lidiar con las cuentas suele ser la tarea más ingrata y oscura. Y sin embargo, lo más importante en toda Corporación. Manuel Ortiz ha ejercido de Portavoz en plenos, donde debe hablar más alto me dicen los compañeros de prensa en clave de humor. El viejo profesor, a los que más de media Astorga debemos mucho y profesamos un venerable y cariñoso respeto -él sí se lo ganaba- ha revolucionado el asunto de las basuras, limpieza y el diálogo que estaba muy deteriorado con los empresarios y comerciantes de la ciudad. El edil Iglesias, no por salir poco en la prensa ha carecido de desatascador y hombre resolutorio de mil entuertos vecinales. Desde poner paz entre cuitas vecinales a lidiar con la Policía local, cuerpo siempre vital, o la Brigada de Obras por poner ejemplos. Y podríamos seguir enumerando acciones de todo el equipo que se resumen en poner en orden la ley y hacer las cosas sin sectarismos y favoritismos clientelares. Algo que tras casi 30 años monocolor es tarea harto difícil.
En el lado intermedio, la Tierra Media, como dicen algunos jocosamente parafraseando la trilogía de un éxito editorial y cinematográfico, se encuentra el PAL. Pablo Peyuca, sin duda el más político de todos los miembros de la Corporación, ha sabido leer los resultados electorales desde el minuto uno. Enterrada el hacha de guerra de campaña se ha situado en un terreno neutral a la hora de tomar las primeras decisiones oficiales y reglamentarias. Se diría que es el único grupo, el leonesista, que ha entendido que la mayoría de astorganos han decidido que Arsenio García y el PP tenga su oportunidad de gobernar. Pero ojo, si bien la mayoría es rotunda, cuenta con una nada pequeña salvedad, a saber, la carencia total de mayoría absoluta. Es ahí donde el PAL tiene su papel en esta legislatura. En los primeros compases de legislatura, de forma antinatura por lo que ambos partidos representan PP-IU, parecía iban a ser los compañeros de viaje en una travesía donde el diálogo y la admisión de planteamientos de los comunistas iban a ser habituales. Sin embargo, inexperiencia, prisas o, no lo creemos, ¿mala fe? de sus puestas en escena como auténticos salvadores de la situación y héroes de la política libertaria, “hemos logrado esto y aquello”, les ha ido explotando en la misma cara a los tres ediles de la ultraizquierda. Más si cabe al verdadero “camarada líder” Chema Jáñez. Impasible y el ademán.
El PAL ha visto caer en 100 días la confianza del PP a los comunistas para, sin apenas buscarlo, colaborando en todos los temas en los que se les ha pedido: reciclaje, cultura, comerciantes, presupuestos…Ha mostrado la moderación y el rol de partido al servicio de Astorga y los astorganos. Curiosa frase, el periodista ha preguntado por separado al alcalde y al portavoz el PAL qué había en realidad bajo esa colaboración, qué documento ultrasecreto de reparto de prebendas o favores tácitos…Y ambos por separado respondieron la misma frase: “Trabajar al servicio de Astorga y los ciudadanos”. ¿Y si fuera verdad? Cuánto nos gustaría creerlo. Ojalá. Tiempo al tiempo. De momento el acuerdo de entrar el portavoz en Junta de Gobierno es un primer síntoma de una garantía de estabilidad que es lo que Astorga necesita. Dejar atrás plenos largos y broncos. Disputas externas e internas en el gobierno. ¿Alguno se ha olvidado de las dimisiones en bloque en el seno del PSOE? Nulo diálogo con las administraciones superiores, en especial Diputación y Junta. Política cultural y social sectaria, adoctrinamiento y mantenimiento de un servilismo cronificado en determinados puestos culturales y mediáticos… Salvo los que se beneficiaban de ello. Esa etapa en buena lógica terminó, aunque algun@s no se han enterado o no quieren darse por enterados.
Esperemos,que el sr. Garcia,no se deje pertubar por este Peyuca,que solo busca protagonismo.Para un señor alcalde como este(que ya era hora ) es mejor apoyarle y estar al tanto de las posibles maniobras del PAL.