Celada de la Vega realizó la tarde del sábado un peculiar homenaje a gran parte de los vecinos de la localidad, los emigrantes, que en el pasado siglo fueron aproximadamente un centenar. Tal y como indicaba la presidenta de la junta vecinal, Malena Huerga, el homenaje era una idea que rondaba en sus cabezas desde el año 2015.
El acto consistió en la celebración de una eucaristía para, a continuación, desplazarse al Parque del Val, donde han instalado una escultura de aproximadamente cinco metros de altura que recuerda a los emigrantes. La talla, fabricada en acero corrugado e hierro estructural, es obra de Amancio González.
La efigie representa a un emigrante, suspendido en el aire, que no sabe lo que le espera en su próximo destino, pero que porta con él una gran carga emocional. Tal y como explicaba el creador, “hay muchos viajes, pero el primero es el que nunca se olvida”.
Recuerdos emotivos
Isabel Fernández Rubial y David Castro Gómez, un matrimonio de origen leonés pero que se conoció en Ginebra, recordaban su estancia en el extranjero con lágrimas en los ojos. Fernández, natural de Toreno del Sil, se subió a un tren con 18 años y con un padre recién fallecido sin saber apenas hacia dónde se dirigía. Tras lo que fueron dos años muy difíciles, conoció a Castro, con el que se casó en el extranjero y tuvo dos hijos. Tras veinte años en Ginebra, pudieron regresar a León, “la tierra que siempre llevamos en el corazón”.
Aunque tuvieron que abandonar su tierra, el matrimonio narraba emocionado que a pesar de lo malo, el extranjero les aportó cosas buenas, como los idiomas, los estudios, la ética, el saber estar y el saber escuchar.