Castrillo no se merece esto

Como periodista he de confesar que tanto mis compañeros como el que escribe, hemos pasado un fin de semana de infarto. Cuando una noticia cobra dimensiones internacionales se desata una locura mediática difícil de explicar si no se está en la “pomada”. Despedíamos la semana, y casi con ella el verano por aquello de la vuelta al cole y no sólo en El Corte Inglés. Y de repente el caso de la peregrina Denisse se aceleró. Por una parte, gracias a Dios, pues pensando en sus seres queridos en primer lugar, y en las buenas gentes de la zona en general, el asunto se había convertido en una incertidumbre difícil de soportar. Vivir así es una angustia.

Lo cierto, y lo dice un biznieto, nieto, sobrino y primo de policías, es que el asunto tiene su miga. Por una parte está el hecho en sí, la muerte violenta de alguien que no hizo daño a nadie y que se encontraba peregrinando. El Camino de Santiago es algo tan importante que no puede permitirse que un individuo cambie señales a su antojo, recordemos es Patrimonio de la Humanidad, un monumento; como tampoco que como esos bandidos del siglo XIX asalten a los que pasan para sacarles unos cuartos y, en esta triste ocasión, ir en el dolo hasta el final. No es baladí plantearse más vigilancia en la ruta, dotar de más medios y mejores recursos en especial a la Benemérita por ser la principal garante de la Ley en el mundo rural. De hecho, muchos miembros de la Guardia Civil a nosotros, los periodistas, ya nos rumoreaban constantemente que existían dos sospechosos principales en Castrillo de Los Polvazares por su actitud, sus altercados vecinales y su perfil en general. ¿Por qué cinco meses?

Concurso de fotografía en Castrillo de los Polvazares (S. G.)

Que la Policía no es tonta, es algo sabido además de una frase coloquial. Muchas veces una tarea de semanas o meses se va al traste por un defecto de forma o un quid judicial que desespera a los investigadores. Pero algo está claro no se hizo del todo bien. No es posible que los cientos de rastreos, incluido en la finca del detenido, no diesen resultados. La sensación de que sólo cuando han entrado en liza intereses políticos, órdenes superiores, desembarco de especialistas…se ha presionado y llegado a la resolución es demasiado evidente. Conozco en persona a muchos de los jefes policiales de la zona y sé de su buen hacer, pero las filtraciones desde la Comisaría de León, siempre unilaterales, han puesto en entredicho en más de una ocasión la neutralidad y la oficialidad. Todo lo que se han sentido “atados” en los dispositivos y mandos locales, se han saltado el protocolo sin embargo un escalón más arriba. Finalmente ha sido Madrid, sí, desde el propio Ministerio del Interior, donde el asunto cobró importancia y relevancia definitiva. Hubo dos inspectores especializados en esta última parte de la investigación perfectamente identificados a pesar de su profesionalidad por vecinos de Astorga. Como también dos observadores del FBI, quienes pudieron evidenciar lo avanzada y perfilada de la investigación, tanto que no hubo lugar a “desembarcar” con miembros de la Científica que estaban ofrecidos vía política.

Pero Castrillo de los Polvazares, nuestra joya de arquitectura maragata, no puede permitirse esta mala campaña a nivel mundial. Ni Bárcenas, ni magnicidas de presidentas, ni escándalos de finanzas vaticanas con ecos locales pueden con nosotros. Castrillo es un monumento nacional. Que se lo pregunten a los vecinos que cada teja, cada piedra y cada detalle es mirado con lupa por los servicios técnicos municipales y por Patrimonio. La localidad es un imán turístico, de cultura y de riqueza que no debe resentirse por esta lacra.

Desde DIARIO DE ASTORGA-ASTORGA DIGITAL, al pueblo más hermoso de la Maragatería, perteneciente al Ayuntamiento de Astorga, nos sentimos obligados a informar de la tragedia, sí, pero también ayudaremos en la medida de nuestras modestas posibilidades en hacer ver al mundo en el mar de la red que es internet lo bello que es el pueblo y las gentes que lo habitan.  Queremos que Castrillo vuelva a la normalidad cuanto antes, que dejen los vehículos de rodar por sus empedradas calles a no ser el de los residentes, que extraños personajes eremitas insociables abandonen la zona, no les queremos, que los millares de fotografías sean solo para arte, disfrute gastronómico y alegría, que quien cruza sus caminos se sienta agusto y seguro. Seguro que sí, al tiempo.

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