La prensa de todo el planeta sigue de cerca el inicio del juicio a la trama del llamado ‘Vatiliks2’ con epicentro en su principal encausado, Ángel Lucio Vallejo Balda. Ver a quien fuera el ecónomo de la Diócesis de Astorga, durante más de dos décadas, en el prime time de todas las televisiones es algo a lo que los astorganos se tendrán que acostumbrar por unos días.
La Justicia Eclesiástica, más benévola que la Civil, pero mucho más rápida, tiene previsto resolver este asunto, enojoso para los católicos de bien, lo más rápido posible.
En la primera sesión del juicio en el banquillo de los acusados se sentaron los dos escritores receptores de la documentación presuntamente sustraída por Vallejo Balda y su colaboradora, Francesca Chaoqui, la relaciones públicas de origen marroquí, así como ellos dos.
Ambos, Chaoqui y Vallejo, muy desmejorados. Ella ha confesado estar embarazada de tres meses y excusado su indumentaria cómoda. Él, con la cabeza rapada, con menos peso y evidentes gestos de preocupación, a pesar de sus declaraciones de tranquilidad y su sonrisa forzada.
En dicha vista Monseñor Vallejo ha conocido a su abogada, de oficio, después de la primera, la que él había contratado fuera recusada por la Santa Sede, y que la segunda, ya de oficio, dimitiera en 24 horas.
Toda la prensa italiana insiste en el contraste entre las imágenes habituales de alegría y diversión, con las que ambos se prodigaban en los círculos más elitistas de Roma y en reuniones oficiales de la Santa Sede, con el aspecto de ayer.
En Astorga se sigue muy de cerca el caso, aunque el carácter reservado de los ciudadanos hace que no se quiera exteriorizar el estupor, sorpresa y hasta la indignación que levanta esta historia, con todos los tintes de saga hollywoodense.
Lo siento por Ángel, al que tuve por amigo. Su aspecto parece decirlo todo; evidencia un via-crucis particular y personal. Él, persona inteligente donde las haya, ha sucumbido a las galas romanas (más que vaticanas).Las sonrisas de antaño, festivas en demasía, han dado paso a muecas de abatimiento. El Papa está muy molesto, y no me extrañaría que la ínfula peronista descargara sobre los hombros debilitados de un antaño Vallejo eufórico y festivo. La ambición y la desmedida conducen inexcusablemente al traspiés, la incomodidad y el desdoro. Que la justicia siga su curso y que el culpable pague su insensatez si es que hay culpa, cuestión ésta más real que aparente. No obstante le deseo suerte al monseñor fallido.