El domingo 13 de noviembre es la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco con el objetivo de estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Así como promover la cultura del compartir como signo de solidaridad y fraternidad. Este año tiene un acento específico: la pobreza que genera la guerra en Ucrania, así como en otros conflictos armados.
Con el lema de este año, “Jesucristo se hizo pobre por ustedes” (2 Cor. 8,9), el Papa Francisco hace una denuncia y formula una propuesta. La denuncia es la insensatez de la guerra, fruto de “una superpotencia que pretende imponer su voluntad contra la libre autodeterminación de los pueblos… Son millones las mujeres, los niños, los ancianos obligados a desafiar el peligro de las bombas con tal de ponerse a salvo, buscando amparo como refugiados en los países vecinos. Los que permanecen en las zonas de conflicto conviven cada día con el miedo y la falta de alimentos, agua, atención médica y sobre todo de cariño. En estas situaciones, la razón se oscurece y quienes sufren las consecuencias son muchas personas comunes, que se suman al ya gran número de indigentes”.
“La realidad parece tan desbordante que nos puede llevar a la inercia, refugiándonos en nuestro bienestar. Pero sí hay cosas a nuestro alcance que a modo de fermento pueden ir generando y promoviendo una nueva cultura: la del encuentro frente al individualismo imperante, la de la integración frente al descarte, la del compartir frente al acaparar… Sí podemos denunciar posiciones políticas y sociales que favorecen desigualdad, injusticia y pobreza. Sí podemos promover otros espacios de encuentro y sensibilización que favorezcan cambios que tengan en cuenta preferentemente a los últimos. Todo, menos el miedo y el refugio”, señala el delegado de Cáritas Diocesana de Astorga, Francisco Turrado.
“La propuesta personal y comunitaria que hace el Papa Francisco a los creyentes con el lema de la Jornada, es una invitación a fijarnos en Jesucristo, que eligió desde el amor el camino de hacerse pobre. “Si queremos que la vida venza a la muerte y la dignidad sea rescatada de la injusticia, el camino es el suyo: es seguir la pobreza de Jesucristo, compartiendo la vida por amor, partiendo el pan de la propia existencia con los hermanos y hermanas, empezando por los más pequeños, los que carecen de lo necesario, para que se cree la igualdad, se libere a los pobres de la miseria y a los ricos de la vanidad, ambos sin esperanza” (Mensaje del Papa Francisco). “La persona de Jesús, ese en quien nos decimos y somos, ha de ser el referente para el abandono del ídolo del dinero y el acaparar como seguridad personal que ciega e impide ver las situaciones de los empobrecidos o conduce a culpabilizarlos de su estado. Y apostar por caminos de austeridad para compartir”; concluye Turrado.