Los Campaneiros de La Cabrera se preparan para la mascarada de invierno

Se cubrían los cuerpos con pieles y para la cara y la cabeza se fabricaban caretas con apariencia de animales. En ocasiones también se ponían cuernos o varas de madera, que tallaban los chavales, para representar al ganado

La asociación Trimuella de la localidad de La Cuesta, en el término municipal de Truchas, ultima los preparativos para la puesta de largo de los Campaneiros, la ancestral mascarada de invierno, una tradición que gozó de gran popularidad en Cabrera bajo cualquiera de sus nombres: remixacos, tamarracos, mantarracos, campanones, farramacos, etcétera.

El sábado 28 de enero los personajes volverán a recorrer las calles de la localidad de La Cuesta, tras el atardecer a las 18,00 horas. Joaquín Alonso, etnógrafo, antropólogo y excelente conocedor de estas celebraciones en la provincia de León será el encargado de dar una charla sobre las máscaradas de invierno que acompañarán con licores y cafés. Después de la charla, será el momento de la música a cargo de las pandereteiras Gritsanda finalizando todos juntos con un seranu. El domingo, hay programada una visita al museo del encaje a las 10,30 de la mañana en Villar, una visita a un molino tradicional a las 11,45 en la localidad de Truchas, y una charla y visita guiada al museo agrícola de Cabrera a las 12,15, que se hará previamente a la salida de los Campaneiros.

Programa completo.

La recuperación de esta tradición fue una realidad gracias a los testimonios de los más mayores y al trabajo de la asociación, que ha escuchado a aquellos que más saben de lo de antaño. Según Luzdivina González y Joaquína Miguélez, mujeres que vivieron la mascarada, los Campaneiros en La Cuesta se celebraban en Navidad y eran encarnados por los mozos del pueblo que se disfrazaban con la única función de perseguir a los rapaces y pedir el aguinaldo.

Los Campaneiros se cubrían los cuerpos con pieles y para la cara y la cabeza se fabricaban caretas con apariencia de animales. En ocasiones también se ponían cuernos o varas de madera, que tallaban los chavales, para representar al ganado.

“La Iglesia, que no era amiga de estas tradiciones obligó a cambiar la fecha de la fiesta, que pasó a celebrarse en carnaval bajo el nombre de Trapisacos. Muchos se tapaban la cara y otros se vestían con las peores vestiduras. Fue entonces, con la teatralización de la tradición cuando aparaecieron más personajes: la vieya, el toro, los galanes y la señorita que picaba al toro”, explican desde la asociación. Este año han mejorado los trajes más acordes a la investigación realizada por Iván Martínez Lobo, e incorporan diferentes máscaras o carochas de los pueblos cercanos para hacer una representación de todas las mazcaradas de la comarca cabreiresa.

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