Las cámaras de comercio de Castilla y León comienzan sus distintos procesos electorales con la exposición en estos días de los censos de quiénes pueden votar. En septiembre tendrán que estar todas las cámaras renovadas, o al menos así lo exige el Gobierno nacional a través del ministro Montoro. El nerviosismo en algunas cámaras es evidente, puesto que la Junta de Castilla y León, a través de Economía y Hacienda, camina lentamente y no tiene los plazos claros, según dicen los camerales.
Desde los gremios hasta llegar a las asociaciones empresariales, en un término medio y con una clara funcionalidad apegada a su territorialidad, las cámaras de comercio son esa parte de lo que llamamos la patronal que de unos años a esta parte vive con penuria económica, a penas de subvenciones y cuotas, además de tener un papel que se ha puesto en entredicho por otras administraciones y estamentos empresariales. Sin embargo, lejos de ser una rémora del pasado, en muchos lugares de nuestra geografía la cámara es el verdadero motor del asociacionismo empresarial y el techo al que se acobijan muchos emprendedores.
A veces se ha dicho que desde la Junta de Castilla y León que las cámaras de comercio no encajan con el modelo de administración territorial establecido. Pero la contestación suele ser rotunda y esa cuestión vuelve a quedar en la bandeja de lo pendiente otro año más. Sea como fuere, las cámaras sirven y funcionan, son un exponente más de la riqueza de la sociedad civil y un elemento más donde encontrar respuestas a la difícil tarea de emprender un negocio. Quizás su mapa territorial haya quedado anticuado. De acuerdo. Pero en todo caso es una fuente de asociacionismo empresarial y comercial que debemos de cuidar y ayudar a prestarles más atención. Esperemos que en septiembre los deberes, esto es, las elecciones, estén realizados y cumplidos.
ABC