La traca final de La Soledad de Camponaraya marca también el final de las fiestas del verano en la comarca del Bierzo, y con ellas se despiden los botellones. Que no sé por qué nos escandalizamos tanto ahora de esta práctica si el botellón existe desde que el mundo es mundo. Y no es descabellado, teniendo en cuenta que las copas en los bares tienen precios prohibitivos, por no hablar de que en muchas ocasiones te sirven un alcohol de calidad similar al de curar las heridas.
Entiendo por botellón el consumo de alcohol en un espacio que no está propiamente definido para tal fin. Desde un banco en la calle, en un parque o dentro de una vivienda privada. Y eso lo hemos hecho todos. La cuestión es que cada fin de semana, sólo en Ponferrada, hay varios amonestados por ello. Una medida que no parece ser la apropiada para erradicar esta práctica de ocio, principalmente juvenil, que se repite y aumenta de manera exponencial en los periodos festivos.
Quizá éste ha sido uno de los motivos por los que la Policía Municipal de la capital del Bierzo ha puesto en marcha un grupo dedicado a la mediación, para hablar con los chavales y sus padres sobre cuáles son las consecuencias del consumo excesivo de alcohol y por qué no deben hacerlo.
Lo realmente preocupante es que la edad de iniciación en el consumo de alcohol en España, según el último estudio publicado por el Estudes, es a los 14 años. Eso sí es un problema serio, teniendo en cuenta que la edad mínima permitida para empezar a consumir bebidas alcohólicas en nuestro país es a los 18 años.
“Son jóvenes” y “tienen que divertirse” son las excusas más utilizadas, pero ahí entra mi segunda gran preocupación con respecto a este tema. Ser joven y querer divertirte no es sinónimo, lo mires por donde lo mires, de ser un “cerdo” o no tener civismo. Al margen de que beber alcohol en la vía pública tampoco está permitido por la ley, por lo menos intenta no molestar. No es necesario que todo el vecindario sepa que eres joven y quieres divertirte por el ruido que generas ni por la suciedad que dejas a tu paso. No cuesta nada dejar recogidos los vasos y las botellas cuando te vas del banco, el parque o la vivienda en la que estuviste de botellón.
Por delante queda el largo y frío invierno berciano para hacer meditar a padres, jóvenes y Policía sobre este asunto, porque una cosa es ser joven y querer divertirse y otra ser un valiente o un inconsciente y beber alcohol en la calle a las temperaturas bajo cero que se suelen registrar en la comarca.