Justina Banda es la invitada a la campaña número 61 de la Delegación de Manos Unidas en Astorga. La misión parte con el objetivo de recaudar fondos para la mejora de la calidad de la atención sanitaria en Donkorkrom, en Ghana.
Originaria de Zimbabue, Banda se reunía esta mañana con la prensa astorgana para dar a conocer a los ciudadanos las labores tan importantes que realiza Manos Unidas en países como el suyo.
Según narraba, en su país se ha construido, gracias a Manos Unidas de España y otros países como Alemania, un hospital para niños con síndrome de inmunodeficiencia adquirida, es decir, sida. En él, las madres afectadas con la enfermedad dan a luz al niño de forma segura, reduciendo las posibilidades de contagio del menor. Otro de los proyectos llevados a cabo en su diócesis es la creación de un colegio, pues, como ella misma explicaba, “para salir de la pobreza necesitamos educación“.
Justina, como diplomada en magisterio, ejerció de docente en su país y explicaba que la situación de la mujer ha avanzado: “ahora el 91 y 89 por ciento de los niños y niñas, respectivamente, pasan los exámenes; pero cuando yo era joven eso no era así”. Por otro lado, también aludía a la facilidad que tenían los alumnos con los medios de transporte para acudir al colegio, “allí tenemos que atravesar ríos y enfrentarnos a animales peligrosos, como serpientes y leones”.
Explicaba, además, que fue su madre la que la animó a continuar su vida religiosa, pues la valoración de los varones sigue siendo superior a la de las féminas.
Paradójicamente, resaltaba algunos aspectos que le sorprendían de la vida de los españoles: “aquí se desayuna un vaso entero de leche, allí eso es cosa de ricos” o “aquí todos tenéis varios pares zapatos, allí son pocos lo que tienen uno”. Otro aspecto con el que justificaba la solidaridad con los países menos agraciados es “el favor de Dios por haber nacido aquí, donde se hacen hasta cinco comidas y la gente hace dieta para no comer, cuando allí se hace una comida al día, si tenemos suerte“. Por aspectos como este, exaltaba la importancia de enseñar a los más pequeños a compartir.
Otro proyecto llevado a cabo en su región es la construcción de un embalse, “no sabéis lo realmente importante que ha sido esto para mi pueblo”, comentaba emocionada. Según explicaba la delegada de Manos Unidas, Toñi García, los proyectos que realiza Manos Unidas “han de ser viables y sostenibles, si no, no se realizan“. Con la construcción del embalse se han creado plantaciones con riego por goteo, por lo que el cultivo del maíz, principal fuente de alimentación de los zimbabuenses.
Finalmente, recordaba a la población “somos personas, tenemos hijos, padres, hermanos…. una familia y una historia que contar; no somos números” y agradecía a todos aquellos que colaboraban “porque el dinero sí que nos llega, y estos proyectos nos cambian la vida”.
Más actividades de la campaña
Para trasladar a los más pequeños la problemática que sufren algunos países del mundo menos favorecidos, Manos Unidas realiza “el bocadillo solidario” en diferentes centros escolares de la ciudad: en el colegio Paula Montal el día 5, en La Salle el día 7, en el CRA de Vegacemar el día 12, en Blanco de Cela el día 14 o en el Santa Marta el día 27. Además, durante la mañana del martes algunos estudiantes de la ciudad acudieron a la lectura del manifiesto.
Además, el día 14, en la iglesia de Puerta de Rey, tras acabar la eucaristía, que comienza a las 19 horas, habrá una chocolatada. Por otro lado, el domingo 9 de febrero se realizará en el seminario diocesano una comida solidaria a las 14 horas y con un precio-donativo de 15 euros.