En verano rezuman las cloacas del Estado. A las mismísimas a las que Ulibarri, que es el «establishment» de por aquí, le habría puesto radares y semáforos si le hubieran dado tiempo. Y un periódico para «fusilar» a los cargos de lo público que no desfilen por la raya. Un periódico, en ocasiones, es un arma cargada de negocios. Por eso Ulibarri se montó un imperio de comunicación en Castilla y León por fascículos, para que ahora no se airee su nombre entre las informaciones de sus chanchullos. ¿Para qué quiere un constructor un medio si no? ¡No iba a ser para leerlo! Lo de la independencia de los medios, en algunos casos, es sobre todo para tener más que memorizar en la carrera de Periodismo. Para que los jubilados duerman tranquilos y el cielo siga siendo azul. El papel, que todo lo sostiene -menos los ingresos-. Pero en Castilla nacen y se deshacen los imperios y el de Ulibarri no iba a ser una excepción.
León es cuna del parlamentarismo y catafalco de este imperio. Pero estos días se le sigue nombrando en muchos medios en minúsculas, como si de «M. Rajoy» se tratase. O como si pasar por su nombre de puntillas hiciera desaparecer el pastel. Tampoco hablan los medios del imperio de que quien tiene un político tiene un amigo. Sólo la fidelidad de un perro puede ser más noble que la amistad entre un político y un empresario en esta España de tramas y trampas. ¡Lo que no es ilegal no tiene por qué ser ético, Nicómaco! Pero quién quiere diferenciar si es por un amigo.
Habrá que conformarse con los políticos que tenemos, vea el lector. Anden escasos de ética o no. Sobre todo ahora que ya ninguno podemos ser ministro porque todo españolito que viene al mundo llega con un pan y una deuda debajo del brazo que antes o después le acaba sacando Hacienda. Como a César en Roma por aquí hasta en la Junta le decían: ¡Ave, Ulibarri! Ya sólo está por ver si los que mueran en sus cargos le saludan.
Por Guillermo Garabito
ABC CyL