En este inicio de temporada política y periodística reina una evidente atmósfera de desilusión. Las consecuencias de la Operación Enredadera han provocado un evidente tiempo de incertidumbre. Y de reflexión. La clase política leonesa enfrenta el otoño con el estómago encogido. Hay que hacer la digestión de hechos extraordinarios como el éxito de la moción de censura en Villaquilambre, la dimisión en cascada de la mitad del equipo de gobierno en San Andrés del Rabanedo, la dimisión del concejal leonés López Benito, ojo, presidente de la junta local del PP de la capital, el abandono o expulsión de sus respectivos partidos de los alcaldes de Astorga, Villarejo y Hospital de Órbigo, así como del único diputado provincial de Ciudadanos. Todos estos hechos van a tener una repercusión lógica en la elaboración de las próximas listas electorales de las municipales y autonómicas de la próxima primavera. Se prevé un auténtico ERE en todos los partidos políticos leoneses. Incluida la planta sexta del edificio de Ordoño II, sede del Ayuntamiento de la capital, donde reina la desolación, el desánimo y el pesimismo.
Una crisis que, asimismo, tiene beneficiarios. El primero de ellos, Juan Martínez Majo, presidente de la Diputación y del PP provincial de León. Ninguneado e insultado por los cabecillas de la trama Enredadera y por sus conseguidores periodistas, Majo no sólo queda limpio de polvo y paja, sino que se ha convertido en su víctima. Una posición que revaloriza su gestión y su imagen y, sobre todo, le deja las manos libres para actuar en consecuencia en los próximos meses. Sin mochilas, sin favores debidos y, ahora sí, con todo el respaldo del presidente regional, Fernández Mañueco, otro de los grandes beneficiarios por las escabrosas escuchas de la Operación Enredadera. Escuchas que dejan fuera de fuego al diputado nacional Eduardo Fernández, ex presidente provincial del PP leonés, quien mantiene una vergonzosa conversación telefónica con el cabecilla Ulibarri, en la que queda retratada su sumisión a los intereses particulares del empresario. Tremenda la conversación telefónica que ambos mantienen el 13 de noviembre de 2017, recogida en el sumario.
Fernández fue el colaborador necesario de Ulibarri para urdir la trama que acabó con la carrera política del ex alcalde de León, Emilio Gutiérrez. Fernández y Ulibarri reconocen la existencia de la Operación Emilio Gutiérrez, por la que éste fue desalojado con nocturnidad y alevosía de la Alcaldía de León, previa ayuda material del decano de la prensa leonesa y el consentimiento y beneplácito del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, cuya presencia tácita sobrevuela como protagonista oculto en toda esa operación. Él es, en definitiva, el auténtico responsable político de esta atmósfera de desilusión y hasta de desafección de la sociedad civil hacia la clase política en León y en Castilla y León. Por eso Herrera dejará la política activa por la gatera de la puerta falsa de la Junta. Y de la política.
La misma atmósfera de desilusión se palpa en el PSOE provincial. Demasiados alcaldes y concejales socialistas implicados en la Trama Enredadera. Y débil respuesta dada por alguno de sus responsables, como por el portavoz y candidato a la Alcaldía de León, José Antonio Diez, quien, no se olvide, en el pleno municipal celebrado en el mes de julio pasado en la capital para censurar al alcalde Silván, no se atrevió a pronunciar ni una sola vez el nombre de Ulibarri. Sólo usó rodeos como “ese empresario” y similares. ¿Por qué? Da miedo aventurar la respuesta.