Recientemente, la prensa nos anunciaba que el ayuntamiento de Astorga llevará el mercado semanal a la avenida de Ponferrada. La razón: el coronavirus, que imposibilita mantener el mercado en la plaza Mayor con la pertinente distancia entre los puestos, y moverlo a la avenida de Ponferrada, por sus anchas aceras y posible control del flujo peatonal. Parece lógico que, con la misma justificación, se tome la medida tan esperada y necesitada por la tercera edad de Astorga: peatonalizar el casco antiguo y que sólo puedan acceder ambulancias, policía, coches de reparto o similares -con una franja horaria- y, en su caso, los residentes. Esta iniciativa ya se adoptó, con gran éxito, en Pontevedra o en la amurallada y “hermanada” ciudad romana de Lugo; u otras ciudades de Italia, con un valioso casco histórico romano. Las calles intramuros de Astorga requieren ser peatonalizadas por la estrechez de sus aceras, como la calle Lorenzo Segura o la calle de la Cruz cuyo ruido y peligro para los peatones con el paso de los coches es enorme, o incluso que dos peatones se crucen en sus angostas calles. Hace años Astorga ya quedó cerrada al cercano pueblo de San Román por la “chapuza” de algún político, y dicho “tapón” sigue hoy para desazón de los niños y vecinos de la zona que se movían en bicicleta. Los regidores municipales tienen que estar a la altura de los nuevos tiempos: una ciudad más humana, sin ruidos, sin contaminación y sin infecciones. Los coches y las motos a la carretera. En su discurso de investidura, el alcalde Perandones prometió “medidas osadas y positivas en beneficio de la vecindad”. Pues que la bimilenaria Astúrica Augusta se recupere ya para disfrute de ciudadanos y peatones.n
(Fco. Javier Carro, 11 de Mayo de 2020)