Entra el verano y con él la primera cita con el festejo de la nueva estación. Creo que no hay alma, que se resista a practicar el ritual de las hogueras, en la noche más corta del año. Cada uno encenderá el fuego a su manera y se propondrá atraer la buena suerte, quemando envidias, odios, saltando brasas, o cortando hierbas curativas como el hinojo, malva, hierba luisa y romero. Ardiendo está la hoguera un año más… nos lo recuerda la archiconocida canción de Víctor Manuel que ya le decía al Santo que no creía en él pero que le cantaba, por si acaso, cada noche de San Juan. Dicen los entendidos que San Juan Bautista es el único Santo del que se celebra el nacimiento y no la muerte y que la suya es la más grande de todas las fiestas del verano. Pues ¡viva la fiesta!.
El verano ya está aquí, y será de los pocos y primeros veranos en los que los españoles tendremos que volver a salir en domingo, a votar. Ayer soñé que soñaba… y como el panorama electoral está tan aburrido, soñé bendita ilusión, que en vez de urnas el domingo, en cada colegio había una hoguera.
-Perdone, ¿me puede indicar la hoguera que tengo asignada para quemar?
-Busque su hoguera en el tablón, con el censo electoral en la mano.
-Aquí está: “queman en la hoguera de la planta baja, sección B de Bombero, los apellidos entre la L y la P…”
Con el aroma a leña ardiendo, interventores, presidentes y vocales, iban atizando la lumbre, esperando el voto de los bercianos. Pero el sistema se invertía, y en vez de lanzar a la hoguera el nombre del partido deseado, se iba directo al crematorio: todo lo contrario. Al final el que obtenía más papeletas sin calcinar, era el que gobernaba. Los partidos malditos, se convertían en cenizas, y las papeletas que resultaban medio quemadas, permitían a sus grupos políticos formar gobierno con pactos. Pero a única oportunidad. No había otra, para volver a echar más leña al fuego.
¡Ese sí que era el voto útil en todo su esplendor!. Todo se simplificaba, porque yo soñé que soñaba… y que bien lo pasaba, soñando bendita ilusión, que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón… (perdóname Machado…). Desterrado quedaba el método del matemático Belga D´Hondt para garantizar la proporcionalidad entre los votos emitidos y la representación en el Congreso… Y mientras las hogueras electorales seguían ardiendo, iluminando la noche berciana, continuaba Víctor Manuel de fondo con su cantinela: … Señor San Juan salgamos a votar, la fiesta va a empezar. Si bebo me entran ganas de llorar, si no al final de la noche lloraré igual… Señor San Juan, salgamos a votar… y cuando no quede nada por cantar el que sea más “cuco” por nosotros seguirá….
Que ustedes lo voten bien.