Quizás nos suene a lejano, pero deberíamos echar un vistazo de vez en cuando a lo que está sucediendo en nuestro entorno económico. Sólo así podremos tomar decisiones con cierto criterio y, aunque inexacta, la Economía es una ciencia que tiene también sus modas, directrices y tendencias. Y si en Castilla y León los resultados del arranque del año son optimistas, que no excesivamente buenos: crecimiento PIB, exportaciones, bajada del desempleo…En España se camina en términos similares. Y es que la actividad económica mundial se está expandiendo a una tasa moderada, incluso algo más de lo que a principio de año se pronosticaba.
De cara al futuro se hará más evidente la divergencia de políticas monetarias en los países desarrollados. Por un lado estarán, según los expertos, los que poco a poco irán normalizando sus políticas monetarias, Reino Unido y Estados Unidos y los que están aún lejos de ello, Europa y Japón.
La guerra en Ucrania, en Siria, Iraq o los procesos consultivos de Escocia y el problema catalán son obstáculos que hacen desconfiar de un sistema imperfecto, con consecuencias que, a la larga, tienen también sus consecuencias en nuestras economías domésticas. El mercado, no olvidemos, es miedoso.
En nuestro entorno se hace cada vez más necesaria la inversión pública en vías de comunicación para dar salida a nuestros productos especializados y para dar entrada a la afluencia de visitas que hacen del sector turístico nuestro segundo gran pilar económico. Tanto el Tren de Alta Velocidad como las nuevas autovías parecen haber quedado para otras legislaturas en el marco geográfico más cercano. Tan sólo León y Benavente, localidades más cerca de nuestro ámbito, parecen llegar y a cuenta gotas, este tipo de obras públicas tan necesarias para, no sólo nuestro desarrollo económico, sino para nuestra propia existencia.