¿Estamos todos tontos o qué? Es una de las frases que más se han puesto de moda en los últimos tiempos y ya duran estos mucho. Estamos desorientados, al menos. No conozco a nadie que no esté preocupado por su futuro inmediato y digo inmediato porque nadie se atreve a pensar ni siquiera a medio plazo.
No es una cuestión de pesimismo, se trata de una simple cuestión de física emocional. La realidad nos oprime, nos aplasta como si de una losa funeraria se tratara. Ganivet afirmaba que España se debilitaba como nación porque carecía de las ideas-guía necesarias para la acción nacional unificada.
Tenemos problemas estructurales en nuestra sociedad que han degenerado en una desazón cuasireligiosa laica. Digo esto porque la desazón religiosa, nuestra nación la lleva sufriendo mucho tiempo ayudada por una visión laicista de la vida. Fruto de ello, aunque las corrientes ideológicamente dominantes de base monetaria y positivista nieguen el carácter espiritual del ser humano, es que este es un ser espiritual por naturaleza aunque su religión sea el bienestar facilitado por el vil dinero del que todos somos fieles devotos y cautivos.
¿Quedan españoles capaces de hacer algo por su patria más allá de sus intereses personales? Todos nos estamos mirando el ombligo, No he leído, escuchado en tertulias, o en cualquier medio de comunicación social a nadie referirse a la necesidad de aglutinar voluntades entorno a una idea clara, precisa de lo que es y debe ser nuestra patria.
¿Alguien tiene una idea clara de lo que debe ser el futuro de España en los próximos años? No preciso cuantos años porque sinceramente no atrevo, no vaya a ser que escriba dos o tres y nadie asuma la responsabilidad de contestar.
¿Alguien tiene al menos la preocupación de interrogarse de vez en cuando sobre lo que nos puede ocurrir si no trazamos un camino claro de futuro? No exijo que se acierte, simplemente que haga un ejercicio de responsabilidad por quienes le corresponde en primer lugar afrontar la honrosa tarea de dirigir nuestra patria.
Parece como si una niebla de desidia nos hubiera envuelto a todos. Los profesionales de todos los ámbitos que podrían aportar mucho para sacar adelante la nación, no quieren saber nada. Los más cualificados, salvo honrosas excepciones, hacen dejación de su compromiso con el bien común y se refugian en sus profesiones como tabla salvadora frente al desconcierto general.
La confianza de que Europa nos va a resolver nuestros problemas es una idea que puede tener graves consecuencias para nosotros. No es bueno dejar la hacienda propia en manos de otro. Entre otras cosas porque Europa debe estar de nosotros, de los italianos, portugueses y griegos un poco hartos. Ya lanzaron en su momento la idea de la Europa de dos velocidades. Claro, nosotros en la marcha lenta.
Lo que no consigamos con nuestro esfuerzo y méritos no nos lo van a regalar en ningún sitio. Está todo inventado. Vocación por el trabajo, es una buena receta para empezar, que se lo pregunten a San José María Escribá. Decía este pequeño gran sacerdote, por el trabajo hacia Dios. Otra pequeña receta, frente a la injusticia social lo más eficaz es la doctrina social de la Iglesia Católica. Está muy clara y de fácil entendimiento. Finalmente, y esto me lo aplico en primera persona, humildad franciscana pues me atrevo a dar consejos como se puede comprobar, lo que no deja de ser un acto de soberbia por lo cual pido indulgencia puesto que la buena fe me guía.