Que Astorga es un pozo de sabiduría, de historias personales dignas de ser narradas y de inagotable fuente de inspiración ya lo sabemos los astorganos. Los de la Plaza Mayor y los de los barrios. Todos a una.
Saltan en los titulares de prensa la medalla al mérito del Colegio de Abogados de Castilla y León al más veterano de los togados de la provincia a mi amigo, padrino corporativo y ejemplo Ángel Emilio, hoy para mí don Ángel. De mi infancia sobrevienen recuerdos de un señor trajeado y de porte clásico, como mi padre Ismael, de partidas vespertinas en el gran salón de juegos del Casino de Astorga, centro de pensamiento e influencia de la ciudad y de todas sus comarcas. Y así, Ángel Emilio, hasta conocerte por obra y gracia de nuestro Faro Astorgano y su empresa editoria EDYPSA, que tantas y tantas jornadas distintas, la mayoría agradables y constructivas nos dio. Si a nuestro añorado José Bernardo, Pepín, y a Alberto Matías le debemos la mayor parte de los inicios del que fue nuestro santo y seña informativo, a tí y sólo a tí, se te debe la estabilidad y la larga vida de la cabecera y la empresa que dejaste, permíteme, dejamos, con más de cien mil euros en caja. Qué tiempos aquellos de contabilidad espartana, rectitud en los fondos y en las formas de toda la familia editorial…
Pero si con El Faro aprendiste a estar en el equilibrio político, tentado mil veces por sirenas electorales, fue en tu profesión, con la que realmente te ganabas el garbanzo para tí y los tuyos, donde has sentado cátedra en toda Astorga y su contorno. Peleón y estudioso. Retórico y sencillo. Así eres tú Ángel Emilio.
No voy a narrar todas aquellas actividades y cargos que has desempeñado. Ya lo repiten como debe ser los medios de comunicación, incluso éste, de quien siempre fuiste algo padrino y otros truncaron hermanado con la “casa”. Eres un hombre de perfil público y generosidad infinita por Astorga, sí, siempre por Astorga.
No eres merecedor de esa medalla, la verdadera, aunque esa sea de tus colegas de profesión, sería la del Mérito al Trabajo como tu amigo Luis (Norgasa) y otros tantos más que construisteis los pilares durante el siglo XX de lo que es hoy Astorga en el XXI. ¡Enhorabuena y un beso a tu otra mitad, Ana!
El editor