E. Rodríguez Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) ha publicado esta semana ‘El final de Sancho Panza y otras suertes’, la segunda parte de la historia que emprendió hace diez años con ‘Al morir don Quijote’ y con la que da por concluida su aventura de continuar la obra cervantina. La década de espera responde a un guiño a don Miguel, puesto que los ecos de homenaje resuenan en esta empresa un tanto “delirante”. El espíritu de don Quijote impregna la novela a través de unos personajes secundarios con Cervantes –a excepción de Sancho-, que Trapiello convierte en protagonistas dotándolos de una vida autónoma porque, tal y como el autor afirma, “todos tenemos una novela y, bien contada, es una gran novela”. En esta entrevista concedida a Ical, el nacionalismo catalán, que también aflora en su novela, aparece como tema recurrente en muchas de sus respuestas. El leonés rechaza con rotundidad el independentismo y acusa a quienes lo defienden de ser “profundamente egoístas y profundamente tramposos”. Él pide quijotes “cuya divisa sea ponerse siempre del lado de los débiles y contra el poderoso que lo oprime”. Andrés Trapiello participa este lunes, 17 de noviembre, en Literarios 2014, el ciclo de la Fundación Caja de Ávila.
Cómo se siente uno el día en el que se publica su nuevo libro
Cuando uno tiene ya, no sé, 70 o 60 libros, no sé cuántos, no es la misma ilusión que cuando tiene uno o dos. Es un día más. Sí que es un día más feliz porque ha salido, pero a cierta edad se ven las cosas de otra manera y la dinámica del día te lleva a seguir viviendo esto como un día normal. Además, tu tiempo no es el tiempo real porque para mí este libro se terminó hace un tiempo y de entonces acá ya estoy en otra dinámica.
Por qué ha esperado diez años desde ‘Al morir don Quijote’ para seguir con esta historia
Había un guiño. Desde la primera parte de El Quijote a la segunda pasaron diez años y yo quise homenajear a Cervantes incluso en este extremo. No quiero que nadie piense que hay una comparación entre uno y otro, solo que en lo que de mí ha dependido he tratado de homenajear a Cervantes hasta en detalles mínimos como este.
Ha declarado haberse sentido más seguro escribiendo esta segunda parte, ¿por qué?
La idea quijotesca de continuar El Quijote es una empresa un poco delirante, así que cuando empecé a escribir la primera parte estaba un poco asustado y encogido al pensar cómo se iba a entender esa presunción mía. Es imposible competir ni con el libro, que es una obra intocable, ni con el propio Cervantes. Nadie en su sano juicio se atreve a medirse con esa obra y mucho menos a prolongarla. Además, en la primera parte hubo un trabajo previo de encontrar la lengua que representara el espíritu de la letra lo más fielmente posible. No se trataba de hacer un pastiche. He leído muchos pastiches de Cervantes y casi ninguno me ha gustado porque tratan de imitar el lenguaje cervantino y eso es pesadísimo. Cuando hace tres años me puse a ordenar lo que tenía de la segunda entrega, esa parte técnica ya estaba establecida y en ‘El final de Sancho Panza y otras suertes’ me he dedicado a pasármelo bien, a contar aventuras.
Qué ha visto en Sancho y en sus tres compañeros de aventura (Sansón, Antonia y Quiteria) para convertirlos en protagonistas
El personaje principal de El Quijote es don Quijote, pero no es menos importante Sancho. Don Quijote sin Sancho no es nada y Sancho sin don Quijote, tampoco. Si a un objeto le quitamos su sombra, este se desvaloriza y acaba perdiendo su corporeidad. Y Sancho es mucho más que la sombra. Pero además, don Quijote también está vivo en todos ellos. La gente desaparece, las personas se mueren, pero si su actuación durante la vida y su relación con los vivos era determinante no se acaba cuando se van. Esa figura es decisiva en los pensamientos y sentimientos de todos ellos. En mi novela, don Quijote ha muerto, pero lo recuerdan constantemente. Lo hace un personaje principal, Sancho, pero también los personajes secundarios que son el bachiller, el ama y la sobrina.
¿Hay un alegato a favor de los secundarios en su libro?
Todos estos personajes son secundarios en la obra de Cervantes, pero no son secundarios en sus propias vidas. En sus propias vidas tienen tanta importancia como don Quijote en la novela. Cada uno de nosotros somos nuestro emperador y nuestro rey, aunque seamos un humilde ayudante de contable. Cada uno tenemos una significación grandísima. Cuando nos duele una muela, es un dolor universal y parece que se acaba el mundo y ya nos pueden a venir a hablar de la bomba atómica de Hiroshima. Esta paradoja está hecha, no para minimizar la bomba atómica de Hiroshima, sino para magnificar lo que uno es capaz de vivir en sí mismo. Y esto es lo que hacen estos personajes, vivir sus propias vidas, que son autónomas. La sobrina o el ama ni siquiera tienen nombre en la novela de Cervantes, son insignificantes y cuando tú les das un nombre y te acerca a ellas, ves que son personas que sienten, actúan y tienen ilusiones y temores parecidos a los que tuvo don Quijote. Ese tratamiento de las vidas de todos ellos es lo que hace posible la novela. Todos tenemos una novela y, bien contada, es una gran novela.
Ha defendido la vigencia de El Quijote, donde encuentra todos los problemas de la España actual
Es cierto que he escorado mi novela hacia ciertos asuntos, pero sin forzarla. Mis personajes se van a las Indias porque encuentran que la patria se les estrecha. Pero estas personas consideran que la patria es justamente todo lo contrario de lo sostienen los nacionalistas catalanes, que dicen que nuestra patria son las esencias y aquello de que “como en Cataluña no se siente en ninguna parte lo que nosotros sentimos”. No. Mis personajes se dan cuenta de que donde está su dicha, está su patria. Esa es la patria del hombre. Esta es la negación del nacionalismo, donde se supone que solo puedes ser feliz en Cataluña. Hay muchas bromas de estas a lo largo de la novela para subrayar lo ridículo que es el ideario ‘romántico’, ‘moderno’ y ‘esencialmente reaccionario’ del nacionalismo.
Además del nacionalismo catalán, otro de los problemas de España es la corrupción. ¿También ha tenido hueco en su novela?
No, pero don Quijote se enfrenta a casos imposibles. Hay figuras realmente quijotescas que se ponen el mundo por montera dispuestas a denunciar la injusticia. Esto en términos generales ocurre en la novela. En ella, el espíritu cervantino es el espíritu quijotesco; un espíritu en el que por fortuna todos los españoles nos proyectamos de una manera simpática. Creo que los catalanes tienen un Quijote catalán, incluso alguno de ellos dice que El Quijote se escribió en catalán y que los españoles se lo robaron. Este tipo de disparates poco cervantinos están contrarrestados por la figura cervantina del quijotismo, es decir, de alguien cuya divisa es ponerse siempre al lado del débil y contra el poderoso que lo oprime. Mis personajes han aprendido la lección de El Quijote y siempre que ven a una persona desvalida se van a poner de su lado.
Hacen falta más quijotes en nuestra sociedad
No nos vendrían mal. Con que hubiera uno o dos en puestos decisivos nos arreglarían mucho las cosas. Sobre todo para señalarnos a los demás nuestra propia cobardía, nuestra mezquindad, nuestro cálculo, nuestro tacticismo.
Las encuestas de intención de voto reflejan que muchos ven en Pablo Iglesias uno de esos quijotes
No, es exactamente todo lo contrario a don Quijote. Hace años había un programa llamado El Guiñol en el que dieron la figura de don Quijote a un personaje siniestro, desde mi punto de vista, que se llama Julio Anguita. Este señor, como político, era exactamente todo lo contrario de don Quijote porque era un estalinista convicto que no creía en la libertad y ni siquiera creía en la igualdad. La única contribución mía realmente decisiva a la democracia española fue hablar con el responsable de ese espacio y pedir que lo quitaran. Le dije que no podían dar la figura más noble que tenemos en España a un villano y a un político verdaderamente abominable. Y lo quitaron.
¿Todo esto lo hace extensivo al líder de Podemos?
Yo no soy un experto en el asunto, pero he visto tres o cuatro videos de este señor diciendo que le parecen muy bien los abertzales vascos, asesinos y demás; o que le parece muy bien Venezuela. Creo que últimamente se está corrigiendo y que intentará moderarse para acaparar un espacio político semejante al que tuvo el PSOE en el año 76. Ahora, lo que han dicho de Cataluña en los últimos días les retrata, porque no han dicho nada. Se han quedado al margen porque en el fondo creen que la Constitución y la democracia españolas son ‘viejunas’, y paradójicamente la Constitución tiene la edad media de todos ellos, 35 años. No sé por qué ellos son jóvenes y la Constitución española es vieja. Quizá pasado mañana operen ellos el milagro, presenten grandísimos programas y grandísimas soluciones para todos los problemas que tenemos en España y en ese caso, juzgaremos. Pero desde luego están muy lejos de ser ellos el don Quijote, ni por asomo.
Entonces, ¿es o no tiempo de reformar la Constitución?
Me parece muy oportuno hacer una reforma de la Constitución, mañana mismo. Una reforma en la que desaparecieran de una vez por todas los privilegios de los fueros navarros y vascos. Donde se corrija la ley electoral que ha dado durante 35 años el gobierno sistemáticamente al PP y al PSOE, donde se recorten privilegios del nacionalismo catalán y vasco. Una reforma para hacer una nación de libres e iguales, ambas cualidades reguladas por la solidaridad. A esto tendemos los que somos verdaderamente demócratas, es decir, todavía no hemos salido de los principios básicos de la Revolución Francesa. Los independentistas catalanes se quieren quedar con el 20 por ciento del PIB, así que no es que España les robe, es Cataluña la que nos quiere robar. Cataluña es un país próspero y en el momento en el que han tenido que ser solidarios, han decidido que no van a serlo; en el momento que tenían que ser leales, no van a serlo porque han decidido ser profundamente egoístas y además profundamente tramposos. Todo esto tiene poco que ver con don Quijote.
Ha manifestado su apoyo a UPyD. ¿Cree que debería pactar con Ciudadanos?
He dado mi apoyo puntual a UPyD, no soy político y nunca he militado en ninguna formación, a parte de en la época del franquismo en un partido antifranquista, estalinista y maoísta. Yo estoy en la política de oyente. A mí me gustaría que UPyD llegara a un acuerdo con Ciudadanos porque creo que somos pocos los que en este momento estamos aferrándonos a las pocas reglas del juego que nos hemos dado. Hasta el momento, estos son los dos partidos que no están tocados por la corrupción, porque Podemos está todavía en el estado embrionario y no sabemos si va a ser un monstruo o el príncipe azul. De los que ya tienen gobiernos, los que no se han corrompido son estos dos y a mí me gustaría que se entendiera así.
En su blog ‘hemeroflexia’ ha mostrado recientemente una foto de la bolsa de Hamburgo de 1962 en la que solo aparecen hombres y lamentaba que si esa instantánea se tomara hoy, ocurriría lo mismo. ¿Es la igualdad entre hombres y mujeres una ilusión óptica?
Ha habido una gran revolución, la primera incruenta en la historia, que es la revolución feminista. Solo ha ocurrido en una parte del planeta, en el mundo desarrollado, y no en todos los sectores. Por suerte, hemos conseguido unos países menos machistas, en los que la integración de la mujer es casi al 50 por ciento; pero hay otros sectores que siguen en poder de los varones (consejos de administración, los comités centrales de los partidos políticos…). Queda mucho recorrido, pero con todo, estamos viviendo algo fundamental y en mis hijos noto que hay una mayor aceptación y naturalidad con respecto a la mujer dentro del mundo. El mundo es de todos, de varones y mujeres. Cuando ves esa fotografía de la bolsa de Hamburgo te quedas espantado, y dices, algo no funciona. Hay actitudes y comportamientos que se han corregido, aunque no hayan llegado a todos los rincones de la sociedad.