Altruistas por la patria

Castilla y León aporta 395 de los casi 4.800 reservistas voluntarios con los que cuentan las Fuerzas Armadas para reforzar sus servicios y cubrir carencias

J.L.Robledo Hace ahora diez años, en enero de 2005, Miguel Sánchez Velasco tuvo que dejar de su puesto de trabajo en Medina del Campo (Valladolid) como médico en el Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León y emprender un largo viaje al otro extremo del mundo. Su destino era Banda Aceh (Indonesia), donde se encontraba fondeado el buque de asalto ‘Galicia’, navío que en esta ocasión recogió las armas para dejar espacio a las camillas, y convertirse en un centro de asistencia médica para los miles de heridos que el tsunami dejó en esta isla, donde las olas alcanzaron los 18 metros de altura y llegaron a penetrar hasta tres kilómetros en su interior.

De esta forma, este vallisoletano se convertía en uno de los primeros reservistas movilizados tras la puesta en marcha en 2004 de una nueva figura que permitía el Ejército disponer de personal especializado voluntario para cubrir determinadas necesidades que no son exclusivamente militares.

La capacidad de sacrificio del personal militar y la austeridad con la que realizaba el trabajo fue lo que más llamó la atención a Miguel Sánchez durante los dos meses que pasó en el ‘Galicia’. Desde entonces, ha sido activado de forma periódica y además de las dos ocasiones que se ha sumado la Unidad Militar de Emergencias para trabajar en Galicia en la campaña veraniega de incendios, tampoco olvidará su participación en la operación ‘Atalanta’, el dispositivo de la OTAN para luchar contra los piratas somalíes en aguas del océano Índico, donde pasó tres semanas embarcado en la fragata ‘Numancia’.

Sánchez se lamenta de la falta “de sentimiento de Estado que existe en España” y confiesa que fue el espíritu de servicio del Ejército lo que le empujó a convertirse en reservista. “Pocas veces somos conscientes de la labor del Ejército y de la tranquilidad que supone tener garantizada la defensa nacional”.

Este médico vallisoletano también ha sido vicepresidente de la Confederación Interaliada de Médicos Reservistas (Ciomr), organismo en el que coincidió con el abogado vallisoletano Daniel Muñoz Doyague, otro reservista miembro de la delegación española en la Confederación Interaliada de Oficiales Reservistas (Cior), organismo asesor de la OTAN.

Destinado actualmente en el Estado Mayor Internacional, participó en las maniobras internacionales realizadas por la OTAN dentro de los denominados ejercicios Hirex 13 y Trident Jaguar 14, en los que, por primera vez, intervinieron civiles en su planificación. Además, espera estar presente en el ejercicio Trident de este año, que también será liderado por España y se convertirá en el despliegue de tropas más importante de la historia de la OTAN.

Los reservistas Carlos Altuzarra, Miguel Sánchez y Daniel Muñoz, con sus uniformes en el patio de la Academia de Caballería de Valladolid  (Miriam Chacón)
Los reservistas Carlos Altuzarra, Miguel Sánchez y Daniel Muñoz, con sus uniformes en el patio de la Academia de Caballería de Valladolid  (Miriam Chacón)

Falta del sentimiento de nación

Muñoz Doyagüe también comparte la opinión de Miguel Sánchez sobre la falta de un sentimiento de nación en España y argumenta que los ejércitos son un mal necesario debido a la condición humana. “Como decía Ortega y Gasset, el hombre es un ser con beldades de arcángel, pero que en el fondo es una mala bestia”, sentencia.

Además, aunque reconoce que el servicio militar tal y como estaba implantado en España hasta su desaparición “no era recomendable”, sí considera necesario que se instaurara un servicio social “para ayudar al país en todas la facetas, no sólo en la militar, y para inculcar la idea de que la nación y su unidad es patrimonio de todos los españoles. A su vez, afirma que su incorporación a los reservistas fue una cuestión vocacional, “y ahora sólo espero que en estos años pueda devolver al Ejército todo lo que me ha dado”.

Organización y entrega

En el caso de la enfermera abulense María Jesús Martín Martín, que lleva siete años como teniente reservista con destino en el hospital Central de la Defensa Gómez Ulla (Madrid), “la vocación de la inmensa mayoría de los integrantes de la Fuerzas Armadas, su capacidad de organización y su entrega a los demás” es lo que más le cautivó de la vida militar.

Antes de incorporarse como reservista voluntaria, María Jesús Martín, que trabaja en el servicio de emergencias Summa de Madrid, había estado vinculada a varias ONG y confiesa que desde su etapa como estudiante el Ejército fue una salida profesional que le atraía.

Miguel Sánchez, Daniel Muñoz y María Jesús Martín son tres de los 395 reservistas con los que cuentan las Fuerzas Armadas en Castilla y León, cifra que a nivel nacional roza los 4.800. Por provincias, Valladolid se sitúa a la cabeza con 128, por delante de Burgos (70), León (69) y Salamanca (44). En el lado contrario se sitúa Soria, con 12, por detrás de Ávila (13), Palencia (16), Segovia (20) y Zamora (23).

Paracaidista y abogado

Pero no solo médicos, enfermeros o abogados integran la reserva voluntaria, también hay historiadores, periodistas, relaciones públicas, así como algunas carreras técnicas e ingenierías, e incluso voluntarios que dejan al margen su profesión civil para integrarse como tropa. Este es el caso del también vallisoletano Carlos Altuzarra, funcionario y abogado de profesión, que desde 2005 también es sargento primero del Escuadrón de Zapadores Paracaidista, unidad de operaciones especiales del Ejército del Aire.

Altuzarra, que también es el delegado en Valladolid de la Asociación de Reservistas Españoles, recurre al poema ‘Aprendiz de soldado’, de Calderón de la Barca, para resumir los valores del militar: “El buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia… en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados”.

Asegura que su experiencia durante el servicio militar fue tan positiva que cuando en el año 2004 el Gobierno decidió crear esta figura de voluntario no dudo en presentar su solicitud. Además de los principios de la vida militar, la acción del Ejército es otra de la facetas que le atrae a este paracaidista aficionado de 53 años, que no duda en confesar que el ser reservistale ha permitido realizar saltos nocturnos o sobre el mar. De todas formas, Altuzarra echa de menos esta actividad y añora volver a la acción, ya que desde el año 2011 no ha sido movilizado.

Lo cierto es que el número de activaciones se ha reducido de forma drástica por la falta de recursos económicos. El pasado año 2014 estaban previstas un máximo de 681, menos del 14 por ciento del total de reservistas voluntarios, según los datos de Defensa. En 2013 fueron movilizados 622 efectivos, frente a los 3.800 de 2011 o el máximo de 4.200 alcanzado en 2009. Cuando están de servicio, son las Fuerzas Armadas quienes les pagan un sueldo: entre dos y tres veces el salario mínimo (fijado en 21,51 euros diarios), según se trate de oficiales, suboficiales o tropa.

En el caso de la leonesa Antonia Marina Justel su motivación ha sido diferente. Después de llevar media vida trabajando como funcionaria en el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (Isfas), decidió hace cinco años hacerse reservista para conocer el Ejército por dentro. Destinada en la Delegación de Defensa de Málaga como técnico en prevención de riesgos laborales, asegura que, tras dos activaciones, lo que más le ha sorprendido de las Fuerzas Armadas es la alta preparación de los oficiales.

Fomentar la cultura

Por su parte, el cometido del burgalés Julio Canales, director de formación de un grupo de empresas y alférez del Ejército de Tierra, está relacionado con los museos militares, una de sus vocaciones, ya que además de reservistas voluntario con destino en Canarias, también es el secretario de la Asociación de Amigos del Museo Militar de Burgos y, como el mismo se define, “colaborador de todo lo que sea fomentar la cultura relacionada con las Fuerzas Armadas”.

La figura del reservista se creó hace una década, con el fin del servicio militar obligatorio, para disponer de personal especializado para cubrir determinadas necesidades que no son exclusivamente del Ejército y cuya cobertura permanente no resultaría rentable, como la sanidad, la abogacía, la informática y los idiomas. Además, permite tener una reserva lista para llamar a filas en caso de emergencia. Para ser voluntario, hay que ser español y tener entre 18 y 58 años, y presentarse a un proceso de selección que también se ha visto muy afectado por los recortes. Si hace una década se convocaban anualmente entre 3.000 y 4.000 plazas de nuevo acceso, la cifra se ha desplomado hasta el centenar en los últimos años, según Defensa.

El modelo español de reservistas voluntarios se encaja en el modelo europeo y se emplean para reforzar servicios y cubrir especialidades no existentes, en apoyo a unidades ya formadas, pero sin formar nuevas unidades. El modelo italiano es casi idéntico al español, mientras que el francés mantiene unidades formadas exclusivamente con reservistas y dispone de otro tipo de reservistas en función de su formación y experiencia civil, hasta sumar 25.000 efectivos, una cuarta parte del total de los militares galos. En el modelo anglosajón (Estados Unidos Reino Unido, Canadá…) se trata prácticamente de un ejército más y en la mayoría de los casos con misiones de defensa territorial.

 

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