Turismo

Los alcaldes de Astorga y la Maragatería acuerdan recuperar la Ruta del Oro

Los representantes de Astorga, Santa Colomba de Somoza, Luyego, Lucillo, Santiagomillas y Val de San Lorenzo pactaron la recuperación de esta ruta que recorre los asentamientos auríferos en la región
Los alcaldes de distintos municipios se reunieron para hablar sobre la recuperación de la Ruta del Oro.

Este martes, 27 de septiembre, se reunieron los alcaldes de Astorga, Santa Colomba de Somoza, Luyego, Lucillo, Santiagomillas y Val de San Lorenzo para hablar sobre la reactivación de la Ruta del Oro. Durante el encuentro acordaron recuperar este itinerario turístico “mediante unas bases que la desarrollen como recurso turístico dirigido por criterios profesionales y basado en un nuevo modelo de divulgación y explotación”, afirman desde el Ayuntamiento de Astorga.

Arsenio García, alcalde de Astorga, y la concejala de Turismo, Silvia Cobos, presentaron la iniciativa durante la reunión e hicieron partícipes al resto de ediles esta iniciativa que forma parte de la política turística que un futuro Plan Director recoge.

Desde el Ayuntamiento revelan que uno de los aspectos claves de los objetivos marcados pasa por la unión de la ciudad de Astorga con sus comarcas, a través del trabajo y la puesta en valor de la historia común y el patrimonio cultural, para potenciar y fortalecer toda la zona.

El encuentro, que ha sido calificado como “muy positivo” por todos los representantes de los ayuntamientos citados, analiza una primera propuesta y actividad turística común para retomar y poner en valor la Ruta del Oro. Una iniciativa que nació 20 años atrás y que con el paso de los años “se desgastó”. Los alcaldes acordaron trabajar e implicarse para que esta actividad pueda ser un estímulo dinamizador para Astorga y la Maragatería por igual.

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Ruta del Oro

El vasto y formidable escenario de la actividad minera de Roma en el entorno de Astorga constituye uno de los testimonios arqueológicos más elocuentes de la transformación del paisaje a gran escala que produjo el mundo antiguo en la península Ibérica. Y, al tiempo, expresa espléndidamente del cambio de modelo de ocupación del territorio que impusieron los conquistadores latinos a las tierras del Noroeste peninsular.

Los pueblos indígenas ya se habían beneficiado de las riquezas auríferas de la zona, pero sus indagaciones solían reducirse a inocuas tareas de bateo de pepitas en los lechos fluviales, con objeto de confeccionar objetos suntuarios destinados a remarcar el status social. Para Roma sin embargo, la actividad extractiva, imprescindible para mantener una economía monetaria basada en el patrón oro, conllevó la organización de una explotación a gran escala, industrial diríamos, que transformó rotunda y definitivamente el territorio y a sus gentes.

Más allá del enorme socavón cobrizo de Las Médulas (en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1997) el complejo extractivo incluye un numeroso grupo de explotaciones y cortas de menor tamaño o presencia, pero no menos interés, que han doblegado el medio al servicio de una ambición poderosa. El agua, recurso fundamental para el sistema de derribo y lavado de las tierras auríferas, viajaba mediante portentosos canales por kilómetros de abrupta orografía y se amansaba en embalses o lagunas que hoy se benefician de la belleza de un abandono milenario. Y, junto a estas cicatrices del terreno, otras, las vías de comunicación, enlazaban asentamientos en altura, castros, en los que los astures aprendieron a convivir o a servir al poder de Roma, y poblaciones de nuevo cuño, residencias para el gobierno o para el disfrute de las nuevas clases dominantes, que durante tres centurias configuraron un El Dorado de la antigüedad, el escenario de una quimera vinculada al brillo del metal más noble.

Información extraída de la página web oficial.

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