¡Abrimos en invierno! Este mensaje recibe al viajero en varios albergues del Camino. Durante el verano, el Camino de Santiago se convierte en un continuo transitar de peregrinos y peregrinas, ansiosos por disfrutar de todas las experiencias que este deja a su paso. Sin embargo, con la llegada del invierno, el afluente de caminantes disminuye considerablemente y el camino gana un halo de espiritualidad, soledad y belleza. Algunas posadas para peregrinos, permanecen alerta para dar cobijo en cualquier época. Y es que hacer el Camino de Santiago en invierno es posible y es, además, es una vivencia extraordinaria.
A comienzos de febrero, son los extranjeros los que transitan mayoritariamente la ruta, lo hacen solos o en grupos que no superan los cuatro integrantes. Los albergues acogen a las pocas caras madrugadoras que de forma incansable siguen las flechas amarillas a Santiago. Lo que desconoce mucha gente es que el Camino de Santiago, el francés, atesora una tradición tan antigua de hospitalidad que una red de albergues continua latente incluso para la llegada de un solo peregrino o ninguno en los meses más fríos, incluido las Navidades.
Es el caso de Dae-hyun, coreano que comparte mesa en el albergue de Astorga con otro peregrino europeo, se hacen compañía silenciosa en armonía, o Nils, veterano en el Camino de Santiago, que esta vez ha elegido enero para hacer la ruta.
Ilusionado, cuenta que él ha venido para ver otro camino, otros paisajes. Quiere lluvia, nieve y limpios días de sol y dice que le recuerdan a lo que tuvo que ser en realidad la peregrinación a Santiago en sus orígenes hace cientos de años.
Cuenta que no tener ningún tipo de “competencia” para llegar al albergue es muy positivo. Le permite quedarse rezagado sacando fotografías y descubriendo las iglesias de los pueblos, donde más de una vez le han invitado a plato de cuchara que recompone a cualquiera. Cita como otra ventaja un contacto más real con los lugareños de las localidades del Camino, pero admite que esta experiencia solo se puede hacer en el camino francés gracias a que en todo su recorrido puede encontrar albergues abiertos, “en otros caminos a Santiago hay albergues disponibles, pero hay tramos de muchos kilómetros sin poder dormir y ahora en invierno es un problema con tu mochila pesada”, señala en un español improvisado.
La apertura del Camino de Santiago en invierno ha sido posible gracias a ayuntamientos, asociaciones de voluntarios, párrocos unidos con un mismo fin: atender al peregrino. El Camino de Santiago se ha ido organizando con los años para no dejar a un peregrino varado en la ruta, gracias a la firme obsesión de abrir durante años, santos o no. Actualmente, permanecen abiertos más de 90 albergues de la ruta francesa aportando más de 1500 camas a peregrinos en sus 1000 kilómetros.
Gracias a ello, de forma progresiva se ha iniciado la desestacionalización del Camino y se ha dado vida a nuestros pueblos incluso en invierno. Restaurantes, bares, farmacias, tienda de todo un poco o talleres de bicicletas pueden permanecer en pequeñas localidades de la España del interior.
Hoy, según afirman en los albergues abiertos, “podemos decir que no hay ningún día del año que no pase ningún peregrino y también podemos garantizar que ninguno de los que pasen, por las paradas principales del camino, y en todo su trazado, no será atendido”.
Por otra parte, los hospitaleros aconsejan una buena planificación y asegurar telefónicamente o por Internet en cada etapa el alojamiento. Este invierno se esperan que más de 11 000 peregrinos “se echen al camino francés”. A todos ellos: ¡buen camino!