A don José Bernardo Díez

Estimado y querido Pepín, he querido dejar esperar unos días, entre el ajetreo del final de curso (que un profesor siempre padece en los meses de mayo y junio), para poder expresarte, con unas pocas palabras, mis sentimientos que nacen del conocimiento, del respeto, la admiración, y de la amistad (por este orden) a tu persona, y a tu compañera y esposa de toda una vida, Marina.

Te conocí Pepín hace una década larga; tras siete años como concejal en la oposición en el Ayuntamiento de Astorga había regresado a mis labores académicas y de historiador, abandonando la política, cuando desde algunas instancias ciudadanas se me propuso y avaló para formar parte del Consejo de administración de Edypsa, distinción que acepté con agradecimiento y mucha responsabilidad.

Allí conocí a don José Bernardo Díez, “Pepín” como él quería que se le llamase. Un hombre de probada formación y larga carrera profesional en la antigua Universidad y en el mundo empresarial españoles; hombre culto, sencillo, dotado de una profunda bonhomía y del que, con el correr de los años, pude ganarme su amistad y apoyo. Hombre con varios, intensos y sinceros amores…a Marina y a la Familia que creó con ella, a la ciudad de Astorga y al Faro Astorgano del que fue director y una de sus almas materes (junto a otras personas distinguidas como su gran amigo Angel Emilio, el también “partido” Javier Pérez o el entusiasta y competente profesional Alejandro Nistal).

Su dirección y magisterio en el periódico local no era tarea fácil en una ciudad pequeña como Astorga. Recuerdo bien que en una de las primeras charlas que mantuve con él en su despacho del periódico, me aseveró que en la línea editorial del mismo había siempre tres pilares que apoyar y respetar por el bien primero de Astorga (sin olvidar por ello la responsabilidad con la verdad, la información y con los lectores), a saber: el Ayuntamiento, el Obispado y el Regimiento.

Recuerdo que yo asentí, pero algo picado por mi reciente pasado municipal, recuerdo que le apostillé: “De acuerdo don José – por aquel tiempo aún no le interpelaba con el “Pepín” – pero el Ayuntamiento –aseveré- no es solo el Alcalde y el equipo de gobierno municipal, el Ayuntamiento son también los concejales de la oposición que representan además a muchos ciudadanos”. A lo que él respondió con una sonrisa tranquila y con la profunda honestidad de asentir en su acuerdo con mi persona.

Con los meses tuve que abandonar el consejo dado que volví a formar parte del Ayuntamiento como concejal (de nuevo en la oposición y en mi tercera legislatura), y además siendo nombrado presidente de la junta local del partido político en Astorga cuyas siglas representaba; estos cargos eran incompatibles, moralmente, a mi entender, con la pertenencia al consejo de administración del periódico, y a pesar de la confianza que me mostraron todos sus componentes para que continuara, lo abandoné, no sin pesar.

En los tres años sucesivos cambiaron mucho las cosas para Pepín y para mí; el finalizó su periodo de dirección en el día a día del periódico (con su amigo y presiente de Edypsa Angel Emilio) y se “jubiló” de él, quedando como consejero honorario; por mi parte, al que suscribe, y sin haber sido nunca una de mis metas me tocó el llevar a la victoria (junto con otras muchas personas valiosas) al partido político al que llevaba representando desde 1999, y me convertí en Alcalde de la Ciudad.

Fueron aquellos años precedentes, los de Alcalde, y los sucesivos hasta tu despedida, Pepín, en los que trabamos una sincera amistad. Mis visitas, un par de horas, a la caída de la  tarde (una vez a la semana o cada quince días) a tu casa, se convirtió en un raro momento de paz en la intensa y dura vida municipal; allí charlábamos de lo divino y de lo humano, del pasado y presente de España y Astorga, de nuestras familias…

Una de las satisfacciones que tuve como Alcalde fue el de ver como el Premio anual de Periodismo “Ciudad de Astorga&Mayte Almanza” del Ayuntamiento de Astorga, a propuesta del periodista astorgano Alejandro Nistal, te fue concedido por el jurado aquel año del 2016, por tu labor callada de tantos otros en el Faro Astorgano.

Allí dejaste tu impronta de bondad, amor a la Ciudad y sentido de la justicia y la verdad, que desde entonces añoramos.

Estimado Amigo, no pudimos tomar aquel último café, la tarde anterior a tu partida, me llamaste por teléfono para posponerlo porque no te sentías bien…nos despedimos quedando para una próxima ocasión.

Allí donde estés, que no puede ser otro lugar que la patria verdadera de los hombres buenos y de los cristianos, vela y cuida de Marina, de tu Familia y de tus amigos.

El día que Dios nos llame nos tomaremos ese café pospuesto.

Tu Seguro Servidor y Amigo.

Arsenio García Fuertes.

                       Doctor en Historia y ex Alcalde de Astorga.

  

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