En el juicio por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, quedaron varias dudas sin resolver. Entre ellas de dónde sacaron el dinero Monserrat y Triana para financiar toda la trama del asesinato y, sobre todo, la compra del revólver con el que se cometió el crimen y una pistola que ambas guardaban en la casa de Triana en la capital leonesa.
Monserrat y Triana no tenían ingresos estables y vivían de la nómina del marido y padre, el comisario de Astorga, quien ejercía un cierto control sobre las facturas que generaban su mujer e hija. Debido a ese control, Triana le pidió a un amigo, al que no veía desde hacía años, que le comprase y pusiese a su nombre un teléfono de prepago. El Jurado consideró clave este teléfono, que no generaba facturas, para realizar las llamadas necesarias en la preparación del plan para asesinar a Carrasco.
El fiscal y las acusaciones particulares creyeron la posibilidad de que el cultivo de la marihuana en el corral de la casa de la madre de Monserrat, en su casa del pueblo de Carrizo de la Ribera, habría servido para obtener el dinero suficiente para comprar las citadas armas. Pero, ahora, la sentencia de la Audiencia Provincial de León en la causa separada contra Monserrat y Triana por un presunto delito contra la salud y por tráfico de drogas considera que no, que la marihuana encontrada en la casa de Triana, durante el registro horas después del asesinato de Carrasco, era para autoconsumo de Monserrat y para aliviar sus fuertes dolores de espalda.
La Audiencia revoca una sentencia anterior de un Juzgado de lo Penal de León, que había condenado a Monserrat y a Triana por tráfico de drogas y por un delito contra la salud a 18 meses de prisión. Considera la Audiencia que Monserrat y Triana no tenían balanza, bolsas y material para dosificar la droga y proceder a su venta. Tampoco se les ha encontrado una agenda de clientes o proveedores. Así que, concluye la Audiencia, que la marihuana que cultivaban y envasaban era sólo para el autoconsumo de Monserrat. La cantidad de marihuana hallada en el registro en la casa de Triana, envasada en varias bolsas y especificando los gramos que cada una de ellas contenía, era la justa para un mes y medio de tratamiento, algo que la Audiencia considera normal en estos casos.
Por alguna razón inexplicable, el cultivo de la marihuana por parte de Monserrat y Triana fue absolutamente tangencial el juicio. Y eso que en el ordenador de Triana se encontraron fotografías de ella y de su madre posando, sonrientes, delante de la plantación de marihuana. También el padre y marido, el comisario de Astorga, en su declaración en el juicio se limitó a decir que él no sabía nada, que él nunca pasaba al corral de la casa de su suegra, a pesar de que todos los domingos iba allí a comer con toda la familia. Él, tras la comida, se marchaba a jugar la partida al bar del pueblo, mientras mujer e hija cuidaban y atendían las plantas de marihuana. El comisario, a pesar de ser un policía veterano y con gran experiencia, nunca se olió nada. Y nunca mejor dicho.
El cómo consiguió y financió Monserrat la compra del arma del crimen es uno de los grandes misterios no aclarados del crimen de Carrasco. Nadie, salvo la policía, se cree la versión de que Monserrat contactó a través de internet con los bajos fondos de Gijón, donde compró a un exdrogadicto, hoy fallecido, el arma. Uno de los abogados de la acusación aseguró que en el banquillo de los acusados debería haber estado una cuarta persona, la que de verdad vendió el arma a Monserrat.
Visto el devenir tan extraño de este proceso sorprende que el abogado defensor no alegase en el juicio que Monserrat asesinó a Carrasco bajo los efectos de la marihuana. O que la marihuana le hubiese provocado los delirios y paranoias que esgrimió el psiquiatra en su defensa. Quizás hubiesen sido atenuantes más comprensibles para el Jurado.
Esta sentencia absolutoria sobre el caso de la marihuana incrementa la expectación sobre el sentido de la sentencia definitiva que la Audiencia dará a conocer en los próximos días, tras el duro veredicto del Jurado por el asesinato de Carrasco. Esta absolución, junto a la decisión inaudita de la Audiencia de dejar en libertad provisional a la policía Raquel Gago, a la que el Jurado encontró culpable de los graves delitos de asesinato, atentado y tenencia ilícita de armas, deja abierta todas las posibilidades sobre la sentencia definitiva. Todo hace indicar, que la Audiencia, en línea con su decisión de libertad provisional, aplicará la pena más suave a Raquel Gago, es decir, diez años como máximo.
También Triana se podría beneficiar de la relectura que el tribunal profesional ha hecho del veredicto del Jurado y rebajarla también la pena unos cuantos años. Peor lo va a tener Monserrat, autora confesa del asesinato, quien nunca se arrepintió del crimen. Para ella, la pena máxima.
Asimismo está pendiente el recurso del fiscal y acusaciones contra la puesta en libertad provisional de Raquel Gago. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Burgos, podría revocar esa decisión. Hay muchas posibilidades.
De cómo se sustancien estas sentencias y recursos dependerá cómo afrontarán Monserrat, Triana y Raquel la semana de pasión que se avecina. Raquel podrá presenciar las procesiones desde la calle. Monserrat y Triana sólo podrán oír los ecos de los tambores y cornetas desde el otro lado de los altos y gruesos muros de la prisión de Villahierrro, en Mansilla de las Mulas. Las tres comienzan un duro ejercicio de penitencia. El propósito de enmienda ya queda a la decisión personal de cada una de ellas.
El nazareno lambrión chupacandiles de Ponferrada ya prepara su esquila para anunciar tiempos de desgarros y tinieblas.