Acoso a los intelectuales

 

Hacienda somos todos o casi, porque el famoso eslogan publicitario se ha quedado ya sólo en eso, en una frase ocurrente y llamativa y en un eslogan sin contenido (Caso Noos). Ahora le ha llegado el turno a los intelectuales y creadores mayores de 65 años. Si cobran más de nueve mil euros al año por derechos de autor, conferencias y colaboraciones deberán renunciar a su pensión. Así de tajante y de duro. Escritores y poetas leoneses como Gamoneda, Colinas, Mateo, Aparicio y otros tantos, todos ellos jubilados de sus profesiones, deberán dejar de escribir o, como mal menor, hacerlo gratis, si  no quieren que el ojo del gran hermano de Hacienda los controle y los amenace con descargar sobre ellos toda la ira acumulada antes de retirarles la pensión de jubilación.

La mayoría de estos intelectuales, de quienes estamos muy orgullosos no sólo en León sino en el resto de España, cobran su pensión en virtud de sus profesiones que le han permitido ganarse la vida y dedicarse, como actividad complementaria, a escribir o a pensar. Estos grandes escritores han sido funcionarios, abogados, ferreteros o profesionales liberales, por poner sólo varios ejemplos. Y se les ha deducido su IRPF y han cotizado religiosamente su Seguridad Social. Al  mismo tiempo han declarado sus ingresos complementarios como intelectuales, de ahí que Hacienda les tenga localizados y bien localizados. Han sido fieles cumplidores.

Entre los escritores afectados por esta medida hay incluso miembros de la Real Academia, ganadores del Cervantes o de Premios Nacionales. Son la élite, pero ahora, los afectados deberán elegir. La duda está entre tirar por la borda una pensión ganada con el esfuerzo y dedicación de toda una vida profesional o seguir escribiendo, pensando y creando bajo las incertidumbres de un sector en crisis, atosigado, entre otros motivos, por un IVA descomunal del 21%. Y es que Hacienda es insaciable.  Bueno, con algunos.

Porque hay otros colectivos, como los jubilados de alto nivel, con abultados patrimonios declarados, a quienes se le permite cobrar su pensión y al mismo tiempos los alquileres de sus pisos y casas o las rentas de sus Sicav, fondos de inversión y otros productos financieros muy elaborados.  En algunos casos con jugosas desgravaciones fiscales.

Casos similares se solucionaron en las universidades permitiendo a científicos de primer orden y catedráticos de gran prestigio seguir con su actividad académica y de investigación mucho más allá de la edad reglamentaria de jubilación como profesores eméritos. ¿No se puede arbitrar una solución parecida para nuestros creadores e intelectuales?

Además estos casos no son ningún agravio comparativo ni bloquean el acceso de los más jóvenes al empleo. Al revés, siguen aportando experiencia y talento y devolviendo a la sociedad gran parte de los que ésta les ha dado a ellos.

España necesita más que nunca en estos momentos de tanta incertidumbre a sus intelectuales, a sus escritores, filósofos, poetas y pintores. No estamos en un momento histórico como para renunciar a tanta sabiduría, experiencia, talento y buen hacer profesional. Los que deberían dar ejemplo son los políticos y altos cargos públicos y renunciar a tanto privilegio en materia de jubilaciones anticipadas, desgravaciones, subvenciones, billetes gratis total, vales de comida a precio simbólico (incluidos los gin tonics) o dietas aunque tengan pisos propios en la ciudad donde trabajan.

Ésta es otra de las muchas reformas pendientes para esta etapa histórica de negociación y consenso.

 

 

 

 

 

 

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