Me pregunto si los cincuenta mil novecientos sesenta y ocho leoneses que votaron el pasado veinte de diciembre al partido político del señor Iglesias junior (don Pablo) estarán de acuerdo con él en que “la guillotina es un instrumento de la justicia democrática”, como tiene profesoralmente difundido a través de los medios de comunicación social y de los grandes expresos europeos.
Yo voy a contestarme que no, que al menos una gran mayoría no lo estarían si de verdad conocieran lo que este señor piensa y representa y que, si le han votado, es por ese desconocimiento. Pero mi respuesta también incluye que una minoría, de uno a cien calculo, sí lo están en todo lo que dice y representa, o sea, el marxismo más rancio y reaccionario, abandonado hace muchas décadas hasta por los marxistas más clásicos de nuestro entorno y más allá.
¿Que por qué afirmo esto? Poniendo a la Historia por testigo. El anzuelo de la “igualdad, libertad y fraternidad” con el que los visionarios desde sus púlpitos han asaltado una y otra vez las libertades de todos los demás no es más que eso, el anzuelo, hoy disfrazado de reclamo de justicia social, de la misma justicia social que todos los demás deseamos y por la que todos los demás luchamos, eso sí, sin recurrir a la aplicación de estos “instrumentos de justicia democrática”.
Pero lo de la guillotina no es una metáfora. Como la Historia muestra tantas veces, los visionarios, de uno a cien en León calculo, repito, llegado el caso, no dudarían en montar el armazón en la plaza, colgando en su altura la pesada y afilada cuchilla que, al soltar la cuerda, administre justicia democrática, faltaría más. Eso sí, a todos los demás, como la Historia tantas veces muestra.
Todo esto no pasaría de una elucubración (lucubración que diría mi amigo Paco Gaviria, con todo derecho) si no fuera porque la ignorancia una vez más nos tiene a todos en el filo de la navaja de un próximo futuro con visos retrógrados y muy reales.
Hubo allá por la prehistoria un ministro republicano y peleón, escritor y soñador, acusado falsamente de participar en la sublevación franquista, que un veintidós de septiembre escribía a su hermano Carlos desde la cárcel: “Querido hermano Carlos: Nada te digo de mi situación que conocerás a estas horas. La Historia reconocerá algún día mi inocencia. Puedes estar tranquilo de ello. Cuida bien de los nenes. Procura con auxilios que puedas obtener asegurarles su educación y su vida. Incúlcales que nada hay en mí que pueda hacerles odioso el nombre de su padre. Muchos recuerdos a los tuyos y muchos abrazos de este hermano que tanto te quiso y te quiere. Rafael. P.D.: ¡Qué error se comete con esta sentencia!”. Al día siguiente la prensa madrileña informaba de que la justicia del pueblo se había cumplido. Se había hecho “justicia democrática”.
Nota: Setenta años después su hijo Juan me rogó que defendiera la memoria de su padre desde la verdad, al haberme acercado yo con interés a su figura, denostada injustamente por unos y también por los otros. Y pude hacerlo. Di a la imprenta la obra de su padre que le costó la vida (Bajo el signo de la revolución) y narré su peripecia vital en un librito: Rafael Salazar Alonso: el hombre y su destino. Pues bien, señores: ni por esas. La “justicia democrática” es tan poderosa que, de vez en cuando, ¡hoy día!, nuestro ministro republicano sale de la boca del señor Iglesias junior y de sus adláteres como ejemplo despreciable de contrarrevolucionario. Al menos Juan Salazar-Alonso Cendrero, su hijo, antes de fallecer en 2014, pudo ver replicada en miles de copias la obra de su padre y su memoria.
No solo se permite el autor de este, llamémosle escrito, trivializar sobre la trascendencia histórica de la Revolución Francesa, sino que además defiende que los votantes de PODEMOS son, o bien ignorantes (su mayoría) o jacobinos dispuestos a sembrar las plazas de burguesas cabezas…
No vi que escribiera nada semejante sobre Reverte las veces que ha defendido que a España le faltó guillotina, pero claro…eso es otra cosa.
Y acusa de ignorancia un individuo que representó en Astorga a Ciudadanos nada más y nada menos, partido de recios principios y transparencia demostrada.
Me lo tomaría mal sino fuera porque he descubierto que el artículo tan solo vale para publicitar sus antiguas empresas, una de las cuales consistió en recuperar la memoria del Ministro (entre otras cosas) Salazar Alonso, ejecutado en el 36 acusado de haberse adherido al golpe de Estado del 18 de julio.
Olvida el autor, sin embargo, que no fue solo Salazar quien perdió injustamente la vida aquel año, como también olvida que estuvo implicado en el escándalo de corrupción que dio al traste con el gobierno radical-cedista…o tal vez no lo olvida y, simplemente, ha decidido no contarlo.