En una pared de un edificio de viviendas cerca del mío, un buen día apareció una pintada con el lema: «Bierzo libre, de bierzotas». Y a tenor por los movimientos de todos los amantes del separatismo, el nacionalismo, el regionalismo y hasta del localismo, bien vendría inventar palabros como ese que resuman lo que está sucediendo en nuestra querida España.
Puede que alguien se sienta molesto, pero como dijo una diputada descerebrada de ERC, «a mí me importa un comino». Bierzota es claramente la unión de dos adjetivos: berciano e idiota. Una simple pero profunda forma de definir lo que está sucediendo en los cuatro puntos cardinales de nuestra nación.
De momento, y como protesta colectiva, uno de los dos partidos bercianistas -esa es otra, pocos y divididos- no reunió más que un centenar generoso de cofrades que siguen al líder histórico del movimiento bercianista en una protesta por la subida de impuestos en el municipio de Ponferrada esta semana.
Con este ingente respaldo dicho bercianismo tendría que hacérselo mirar. Lo mismo que el leonesismo y que todos los ismos que se le puedan ocurrir a usted, amable lector. Tras el triunfo y sometimiento de los ismos a toda una nación por aquello de la aritmética de diputados en el Congreso, España cuenta con un Gobierno siempre de rodillas ante los que son terroristas de ETA sin caperuzos negros, o los que piensan que España no va con ellos a pesar de haber nacido en una región española, o lo peor, quien vende por un plato de lentejas su efímero apoyo en una votación de investidura.
Jamás se vio en la historia contemporánea de España tal y tan triste situación. Hasta que los dos grandes partidos, el Partido Popular y el Partido Socialista, no cuenten con la valentía y generosidad de entenderse por bien de la democracia, la constitución y la estabilidad, nos veremos abocados a una política corta de miras, egocéntrica y traidora con las comunidades fieles como Castilla y León.
En ABC