La imagen de la Dolorosa perteneciente a la Archicofradía de Nuestra Señora de los Dolores recorrió este Domingo de Ramos las calles de Astorga arrastrando tras de si centenares de fieles.
La amargura de una madre
Es la expresión de la Virgen de los Dolores de Astorga la viva imagen del dolor descorazonado. Las puñaladas de plata que le taladran el pecho hace que se desplome inerme mirando al cielo preguntándose por qué a mi hijo. Y es esa amargura, ese dolor y esa entereza con la que aguanta el trance la que mueve la inmensa devoción que la Dolorosa tiene en la ciudad.
Arropada por sus fieles, y portada por los trajeados braceros, la talla de José de Rozas de principios del siglo XVIII salió de la parroquia de San Bartolomé a las 18,00 horas tras el rezo a la Corona. En su largo caminar cruzó la Plaza Mayor, enfilando el camino hacia la Catedral; atravesó la Calle Leopoldo Panero llegando hasta el Seminario y de ahí de nuevo al centro. A su camarín de plata, a su parroquia. Al culto a sus fieles.
Salve popular
No había llegado todavía la comitiva y la Plaza de San Bartolomé ya estaba llena de devotos, fieles y curiosos que preparaban su popular recibimiento. Con los compases de Mater Mea interpretados por la Banda Municipal de Música de Astorga, la Dolorosa hizo su aparición en la Plaza mecida por el lento caminar de los braceros.
Una vez a las puertas de la parroquia y como si de algo espontáneo se tratase comenzaron a escucharse los primeros versos cantados de la Salve. En seguida todo el gentío se hizo participe de la oración y con la desdichada amargura con que la Dolorosa había partido volvió a refugiarse en San Bartolomé.
Además de la Banda Municipal, la Banda de gaitas Sartaina abría el cortejo. Entre las autoridades civiles y religiosas que presidían la procesión también se contó con la presencia de María Marcos, jefa provincial de la Policía Nacional en León.
Imágenes de la procesión